En el largo debate entre ciencia y pseudociencia, donde la fisioterapia parece estar implicada cuando no debiera, son muchas las cosas que nos resultan sorprendentes. Nos basamos en leer y releer comentarios de la gente, escuchar ponencias o conocer opiniones de compañeros. A día de hoy, el germen científico no está nada arraigado, sigue sin estarlo y parece lejano conseguir que se afiance de algún modo. La gente es consciente de que la ciencia ha contribuido a mejorar el mundo pero no lo es tanto de que la creencia, como antagonismo de la ciencia, no ha hecho otra cosa que empeorarlo, o en el mejor de los casos enlentencerlo, entorpecerlo, dinamitarlo o remar contra corriente. La fisioterapia intenta avanzar con una pesada bola de acero atada en uno de sus tobillos, pero esa bola no es un ente material, sino humano, son muchos compañeros conformando una pesadísima cadena sobre el tobillo reo de la profesión. Llega a ser tan pesada esta carga, que sus argumentos hacen que el preso fisioterapéutico no pueda avanzar, se tropiece y se caiga constantemente. ¿Para qué perderemos el tiempo en esto? Si contra la creencia y la fe, no se puede hacer nada. Sólo así se explica, por ejemplo, que en pleno siglo XXI la gente siga creyendo todavía en la iglesia.