martes, 17 de octubre de 2017

La trilogía de la fascia: En un lugar de la fascia

Encuentros en la tercera fascia
- En un lugar de la fascia
Son los padres

En un lugar de la fascia

En un lugar de la fascia, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho que vivía un síndrome de los de banda en astillero, punto gatillo, inducción sobre tejidos, fisio místico, bloqueo y disfunción...Una camilla de mucho más fieltro que escay, sudor las más noches, duelos y quebrantos los sábados, cursos en fines de semana y nuevamente bloqueos, consumían las tres cuartas de su hacienda. El resto della concluían pijama de faena, zuecos cómodos para las técnicas, con sus kinesios de lo mesmo, y los días de entre semana, como no tenía formación, se honraba sin uniforme de lo más fino. Tenía en su séquito buen número de seguidores, pues no faltaban voluntarios que le ensillasen el rocín, a pulso ganado con los mesmos engaños. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años. Era de complexión recia, lleno de carnes, rostro barbado, gran madrugador y amigo de la fascia. Quieren decir que tenía sobrenombre de fascial o fascianante, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben, aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llamaba fascia. Pero esto importa poco a nuestro cuento: basta que en la narración de él, no se salga un punto de verdad.



La fascia. Ese lugar. Ese sino. Ese tejido olvidado por generaciones que dice envolverlo todo, dar cohesión, nutrición y tensión a todo cuanto abarca. Una especie de tela viva que nos envuelve, nos armoniza y nos sujeta. Explicar el concepto no resulta fácil ni para los más expertos pero, cuando uno oye hablar de la fascia y de su efecto dominador de estructuras, no puede dejar de establecer un paralelismo entre ella y el anillo único de Sauron. Un anillo para dominarlos a todos. En este caso una fascia, una fascia para dominarlos a todos, a todos los demás sistemas. Una fascia que, lejos de ser entendida como una consecuencia es entendida como un todo, como un sistema más de suma importancia, pues es el encargado de mantener incluso la forma del cuerpo. El teorema fascial no entiende de interrupciones ni de teorías alternativas a su paso, a pesar de lo poco que se sabe, pero da incluso para filosofar.

La fascia es el tejido que unifica al cuerpo y que asegura al cuerpo una continuidad. Pese a que esto en muchos animales no se cumple, pues no disponen de este tejido ni de nada similar, pero mantienen su forma, los autores que defienden la fascia en el ser humano como un continuo, lo hacen con tal categoría de explicaciones, que hace complicado el debatirlo. Esto es así y punto. Hablan de una especie de traje fascial, una vestimenta como si fuese de licra que está superadherida a la piel, y retorcida por doquier. El hombre fascia, lo llaman. Y dicen que su consistencia es tal, que si pudiéramos aislarla toda por si misma, y extraerla de nuestro cuerpo, esta se quedaría de pie, adoptando una postura perfectamente humana. Puta locura. Pero en realidad en buena parte cierto.



Las palabra tensegridad y viscoleasticidad, terminan por dar la puntilla definitiva sobre el carácter integrador y todopoderoso del tejido. Poniendo un poquito más de nuestra parte, tenemos el caldo de cultivo perfecto para teorizar sobre la utilidad real de este tejido, demostrada o no. Y, ¿dónde está nuestra discrepancia en el asunto? Nosotros no negamos la existencia de la fascia, sería de necios. Podríamos negar una parte de la teoría del hombre (y la mujer) fascia, o de su superimportancia para casi todo; pero sería quizá una estupidez, cuando todo apunta a que esto es así. No. Lo que nosotros no nos creemos, ni con 100 jarras de vodka, es que el ser humano sea capaz de, sólamente con sus manos, detectar todo tipo de anomalías en ese tejido, reorganizarlo, liberarlo y, en definitiva, hacer de ese tejido el vehículo de trasmisión de un supuesto tratamiento inexistente y basado más en la propia imaginación de sus autores, que en una relidad tangible. Queda muy bien hablar de las dinámicas de los endomisios, de fascias intrínsecas y demás, pero ser capaz de mover una tela de espesor ínfinitésimal a través de cuatro tejidos gruesos, con la sola ayuda del tacto de unas manos....en fin.

Están muy bien los simulacros con cadáveres, pero es la primera de las incongruencias del asunto. Si estamos hablando de un tejido vivo...¡con vida! ¿Como se pueden justificar tantas cosas basándose en el comportamiento de una fascia muerta? Porque la gran mayoría de demostraciones de la fascia, se hacen o se han hecho sobre cadáveres. Y los tejidos vivos, no tienen ni por asomo el comportamiento de los tejidos muertos. Cuando el padre de la criatura, Andrej Pilat, explica las bonanzas de la fascia, también lo hace sobre seres humanos vivos, pero no es capaz de demostrar todo lo que puede hacer. Nadie se ofrece, dice, jocoso, repitiendo siempre la misma gracieta, sabedor del triunfo de lo imposible. Nada dice tampoco de que, cuando demuestra como se mueve la fascia, está moviendo ese conjunto-todo de piel, tejido celular subcutáneo, intersticio, fascia, vasos, nervios, músculos...y que es absolutamente imposible movilizar la fascia exclusivamente. Una vez que la mentira está servida, comienzan las divagaciones. Terminologías ambiguas y poco concretas: disfunciones, atrapamientos, endurecimientos fasciales, inducciones...



Cambiar la estructura colagenosa, facilitar las propiedades de deslizamientos, liberar las estructuras, reestablecer el equilibrio funcional del cuerpo, estabilizar los planos fasciales profundos... todo ello como un proceso sensorio-educativo para el paciente, que quizá el propio Pilat nunca quiso dotar de ese aire tan místico y si de uno más verdaderamente científico,pero que, aunque logra convencer a la mayoría de los fisioterapeutas, consigue también la exasperación de aquellos que aplican (o aplicamos) la lógica más aplastante de la física de los propios tejidos, que niega por poco evidentes estas posibilidades. Andrej se esfuerza en dejar bien claro (de un modo casi obsesivo) que la fascia une todo, que todos los planos tienen fascia que movilizar y que a través de ella podemos solucionar problemas de movilidad. El acento extranjero y la estructura confusa del discurso, a pesar del esfuerzo clarificador, ponen la puntilla a una técnica del todo inservible.

¿Funciona la inducción miofascial? Puede que sí, pero no por las razones que se argumentan. Las técnicas empleadas y esa "capacidad de sentir" un tejido milimétrico y en ocasiones, nanométrico, sólo pueden causar risa en quien está acostumbrado a trabajar con fascias vivas. Recuerdo la ocasión en que, le pedí a una traumatóloga amiga, en mitad de cierta operación, que me enseñara la fascia y su movimiento. Yo ya le había hablado del dichoso método y a ella le entraba la risa con las posibilidades, casi parecía que se reía directamente de mí por ser tan poco crítica. Lo que vi fue claramente una tela, un envoltorio real y con todas las propiedades que dicen sus defensores, menos una, la de generar tal chorro de fuerzas biomecánicas influyentes a tal grado en el aparato locomotor, como para ser el factor limitante de tantas cosas como dice ser.

- Nosotros en las cirugías cortamos fascias a diestro y siniestro. ¿Tiene importancia la fascia? Sí, claro que sí. Pero no la que creéis. - fueron sus palabras


Sorprende también como cuando el propio Pilat se esfuerza en explicar (una vez más) la omnipresencia fascial, utilizando como ejemplo el segmento brazo-antebrazo (min: 7:37 en adelante), explica que existe tejido fascial de conexión entre ambos segmentos, al margen de la conexión existente en la triada músculo-tendón- hueso, de manera que si cortásemos la potente conexión del tendón, ambos segmentos seguirían enganchados con una unión menos potente, según él mismo reconoce. El problema es que toda esta explicación válida en lo anatómico, no sirve para argumentar el potencial de la fascia cuando, en comparativa, la conexión que establece la fascia con los tejidos a ese nivel (y a muchos otros) no es ni un 2%, comparada con la que establece el tendón. La prueba más irrefutable de ello es que, ante una rotura total del tendón, o parcial si se quiere, la pérdida de la función será total o muy considerable Y NO SE PUEDE RESTAURAR ABSOLUTAMENTE NADA A TRAVÉS DE LA FASCIA, tejido únicamente diseñado para dar cohesión, órden y nutrición y cuya implicación biomecánica es ínfima, comparada con la de un tendón o un ligamento.

Y todo esto, que cae por lógica de perogrullo, tiene además su científica explicación, que es tanto o más válida que cualquiera de las que Pilat se afana por colocar. Puede que no tengan un acento tan interesante, pero los jóvenos de Youfisio, accedieron a nuestra petición y elaboraron un video sobre la inducción de miofascial, pionero entre muchos, por hablar a las claras de la imposibilidad de atribuirle a la fascia los pírricos beneficios que se le atribuyen. Los de la caverna fisioterapéutica se llevaron (y llevarán) las manos a la cabeza al comprobar como la ciencia, una vez más, daba la razón a quienes sostenemos la imposibilidad de la movilización exclusiva de un tejido infinitesimal, pues LA FÍSICA así lo explica, y por mucha autoridad que pueda tener Pilat en el asunto, nos parece que se queda demasiado ensombrecido ante la de Sir Isaac Newton, que con sus leyes de la mecánica clásica ya explicó y puso límites a lo que, realmente, era imposible. Bastaría con citar sólo al físico inglés para tumbar la teoría de la inducción miofascial, pero el problema no es que exista una persona que trata de llevarle la contraria, el problema es que va generando legiones de seguidores, que asumen esto como una posibilidad de tratamiento y cobran a sus pacientes por ello, de modo que quizá, sólo quizá, con más ciencia se tumben algunos argumentos. Los fisioterapeutas Luis Suso y Ferrán Cuenca lo explican con ciencia y lo explican bien.



Mucho, de todas estas técnicas, sigue cogido con unas pinzas más débiles que la propia fascia y entendemos que el camino por recorrer es duro, y complicado. Cierto es que puede ser necesario que alguien deba dedicarse a explorar y analizar las propiedades de este tejido, pero sin vender muchas burras, que ya empieza a doler la cabeza de tanto ataque frontal al sentido común. El misticismo que envuelve a la terapia de inducción miofascial no ha sido nunca puesto boca arriba sobre una mesa, a pesar de su clara cercanía con lo pseudocientífico. La fascia, dicen, lo conecta todo, en su mundo somatosensorial nanotecnológico y los fisioterapeutas podemos manejarla a nuestro antojo. La ironía reside en asegurar un enfoque holístico sobre la mecánica del movimiento humano a través de la fascia, para luego, venderte un tratamiento aislado de un tejido imposible, para obtener un "efecto global", "armónicamente restaurador",poco valorable, a razón de mucha pasta cada nivel del curso de formación, que finaliza en unos estamentos más chamanísitcos que fisioterápicos.

Si no lo creen, sigan leyendo...


2 comentarios:

  1. Te doy la razón pero en ciertos aspectos tengo una perspectiva alternativa
    te agradezco igual
    Siempre sigo tu blog

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    1. Por aquí uno más que este año hizo (pobre de mí) la formación de inducción miofascial nivel I (y como dicen, la formación buena, la de Pilat).
      Enhorabuena por el texto, que bien sienta cuando alguien expresa lo que uno no es capaz de escribir. A mí me parece muy chulo todo este boom fascial a nivel teórico, pues sí es verdad que es algo de lo que no se había hablado hasta hace años en el mundo de la fisioterapia. Y al fin y al cabo, el aire fresco sienta bien, por lo menos para hacer pensar a la cabeza. Hace 1 mes, en el congreso de la WFATT que hubo en Madrid, dale que te pego con todo el marco teórico de la fascia y su importancia en el cuerpo humano, y según lo que daban a entender los ponentes, hay bastante respaldo científico de ese funcionamiento fascial. Pero de ahí al tratamiento que se propone................ Risas, por no llorar. Ese ambiente de brujería que transmitía cada profesor de cada seminario de la maravillosa formación en inducción miofascial... era jodidamente ridículo, como más lo era la estupefacción de cada uno de los alumnos admirando tales conocimientos y tales capacidades para sentir el super movimiento de la fascia con tan solo hacer un "plano transverso". Y ya, las reacciones de niña del exorcista que había de vez en cuando... pa' re-llorar, sugestión lo llamo yo. Estaría bien que comentases algo al respecto en el siguiente blog... A mí, por ahora, esta maravillosa formación valorada en 1000e me ha servido para añadir un título a mi CV (que aunque no nos guste, esto de la fisioterapia también tiene su parte de marketing, y claro, saber de fascias ahora parece hacerte el rey) y para saber que si pongo las manos encima de mi paciente y genero una tracción entre ellas y una compresión, lo único que provoco es una sensación maravillosamente agradable. Que bien, 1000e para poder relajar a mis pacientes. Coste-beneficio difícilmente igualable.

      Recuerdo la frase de Pilat en el primer seminario: "no pretendo venderos mi método, porque en fisioterapia nada es la panacea. Pero las técnicas fasciales parece que sí que lo están curando todo... Entre 6 y 8 sesiones de media, solo tratando con inducción miofascial, podría deciros que casi todos los pacientes salen adelante". Nada más que añadir señoría, bendita evolución natural, bendito placebo, bendita regresión espontánea.

      Fin de mi chapa,

      Gracias por el blog!

      Alberto

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