martes, 22 de septiembre de 2015

Las distintas generaciones de fisioterapeutas: Ayudantes de fisioterapia

Hoy empezamos a desgranar paso a paso, o más bien, generación a generación, cada una de las 8 hornadas distintas de fisioterapeutas de las que hablamos en nuestra exitosa publicación sobre las distintas generaciones de fisioterapeutas. Los primeros de aquella tan cacareada lista eran los llamados héroes ''Ayudantes de Fisioterapia''. Nuestro macabro gusto por lo antiguo y lo bizarro hace que nos emocionemos con esta entrada y, es muy probable que magnifiquemos cada instante de una época, que no fue para tanto, a pesar de la oscuridad y el ostracismo que la envuelve, aún inmersa en los coletazos tardofranquistas.




Imaginad, queridos amigos, una época en la que ver porno estaba prohibido. Donde no existía más que el NO-DO, el cura, el médico y el arquitecto, como máximos mandatarios de lo laboral. Las mujeres, ¿qué era eso? ¿Un ente con derecho al trabajo? Ni si quiera podían tener un número de cuenta bancaria, si no era con la autoridad del marido. Y más de 3 personas reunidas era motivo de desorden público por manifestación oprobiosa judeomasónica. Con todo este caldo de cultivo, ¿cómo COJ**** iba a aparecer la fisioterapia en España? Es normal por tanto entender el atraso que teníamos (y aún seguimos arrastrando) en comparación con otros países. ¡Gracias por todo Franco!


Pero las cosas iban a cambiar en 1957, cuando un ayudante de rayos de Murcia dijo algo así como que hacía falta un ''ayudante de fisioterapia'' para manejar los agentes físicos en los tratamientos. España estaba inundada por la epidemia de polio, había que hacer algo. Nada mejor que crear una figura decisiva, derivada del oscuro practicante, que tras ¡5 años de estudio! (3 de ATS y 2 de especialización en fisio) pudiese ayudar al médico a colocar tracciones cervicales, baños de remolino o cosas aún peores como la magneto. Esa figura es...¡EL AYUDANTE DE FISIOTERAPIA! Había nacido el embrión de lo que es la fisioterapia y con él también habían nacido todos los problemas que a día de hoy aún arrastramos (y arrastraremos). La fisioterapia nacía en un ambiente hospitalario, SUPEDITADA A UN MÉDICO REHABILITADOR (éramos ayudantes no obstante) y entre sus mandamientos enfocaba el MASAJE como una de sus máximas disciplinas. ¿Os suena la historia? Sí, un poco...


Entre 1957 y 1980 se fue institucionalizando la profesión, pasando a través de algún que otro decreto que la fue instrumentalizando (si a alguien le interesa, que los busque por la red). Según nuestros siempre inexactos cálculos, la mayoría de aquellos ''ayudantes de fisioterapia'' están hoy jubilados y otros más muertos que Karel y Bertha Bobath. Los llamamos héroes porque se abrieron campo a espadazos a través de la enorme selva médica. Pero también cabrones, con cariño, porque sin darse cuenta nos dejaron el mal endémico del que aún tratamos de despojarnos. Esta gente se hartó de untar espaldas con aceite y dar masaje sí y masaje también , el masaje curó todo durante muchos años y creó esa asociación inmediata en la gente de que FISIOTERAPEUTA = MASAJISTA. Para librarse de aquello, el ''ayudante de fisioterapia'' potenció algo peor todavía, ¡LA ELECTROTERAPIA! ¡TERROR! Esa ciencia que es más difícil de demostrar que la existencia de los reyes magos, vino para solapar el desgaste físico del fisioterapeuta ultramasajeador y para quedarse para siempre. Los médicos aprendieron rápido la lección, pues como es bien sabido, el láser y la onda corta lo curan todo. ¡TODO! Hasta los trastornos del sueño.

Y el médico rehabilitador, decíamos. Esa figura. Esa figura que nació en aquella oscura España costumbrista y que...¡en esa época se quedó! La ciencia médica en este campo se detuvo en el inicio de sus tiempos, ni si quiera se democratizó y aún todavía llamamos doctor a quién no lo es y nos inclinamos como haciéndoles un fellatio por ponernos tratamientos de onda corta y maso para todo. Los ayudantes de fisioterapia pasaron a ser fisioterapeutas por decreto, algunos se reciclaron pero la mayoría pasearon su antigüedad por hospitales hasta hace poco e incluso, nos enseñaron, de algún modo, a ser lo que somos hoy, sin saber ni lo que querían ser ni lo que querían que fuéramos. Y aún hoy, los pacientes sufren estas terribles consecuencias, de una época que nunca debió existir, ¡pero que existió!

MUAHAHAHAHAHAHA. (No podíamos acabar de otra manera)

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