En todos estos casos, excepto en el supuesto de estos majetes y frikis muchachos, que quedan exclusivamente para hablar del tema, se dará una común circunstancia: Tanto si tienes la carrera a flor de piel como si hace años que no tocas un libro de anatomía, en un momento dado de la velada/cita/confrontación/pedo, una persona (habitualmente siempre la misma) sacará un tema de conversación que choque frontalmente con cualquier otro tema planteado, vease: maridaje de quesos, política internacional, variantes de reggaeton o folleteos de la clase. Ese tema tan temido a la par que odiado y amado no es otro que......................LA FISIOTERAPIA. De pronto, un silencio dejará aterido a todo el personal presente y, entre las mesas del fondo se escuchará como una inocente voz dice algo así como:
- Pues el otro día probé la nueva megatécnica del concepto Mulligan con el paciente este que te dije y la verdad es que funcionó muy bien...me dijo que...
- ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! - se escuchará alguien a sí mismo en su mente. Un grito sordo e inaudible, quizá compartido con otros, pero que acabará en un ahogo desesperado en la nada.
En este momento, de manera imparable, un sin fin de voces se alzarán, cual orcos en el abismo de Helm, y tú, preso del sentido común, enarbolarás la espada de ''los otros temas'', y te lanzarás a la carga esgrimiendo los argumentos suficientes para hablar de ''otra jodida cosa que no sea fisioterapia'', proponiendo las más variadas conversaciones de tu arsenal de recursos. Pero no será suficiente amigo y, este vez, Gandalf no vendrá en tu ayuda. Preso de miofascial, de los de la secta de neuro, esquivando agujas de punciones o la temible pala dorsal, llegarás a un callejón sin salida donde la falta de recursos te podría hacer hablar de cosas terribles como la electroterapia o el baño de remolino. Cuando te quieras dar cuenta serás uno más de la bola de tratamientos y maravillas fisioterapéuticas o pondrás el modo ''falsa escucha'' en tu organismo y permanecerás impasible. Atrás quedaron los cotilleos agradables con tu compañero, los recuerdos de aquellos maravillosos años o la posibilidad de hablar, ¿quién sabe?, de arte, de amistad, de tu afición favorita...
Y ahora nos ponemos tristes y críticos. Vale, comprendemos, la fisioterapia es un lugar común en todos estos casos descritos, y es lógico que sea un recurso del que tirar y hablar cuando, después de mucho tiempo, te encuentras con tus compañeros de siempre o con tus colegas de aquel trabajo que tuviste, con los que ya nada compartes, salvo una buena sensación al reunirte. Pero joder, ¿es que no puede existir otra cosa? Realmente es lamentable que tantos y tantos fisios (y ojo, esto es aplicable a muchas profesiones) tengan un enorme vacío en su interior a la hora de vivir su vida. Nos acongoja que, la necesidad/posibilidad/putada de tener que echar tantas y tantas horas trabajando cada jornada, nos haga perder la propia vida, aquella que consiste en disfrutar y vivir, en darse cuenta de que después no hay nada y que lo de trabajar está bien, si se está a gusto y es por necesidad, pero si no ...¿de qué? Porque en esas vidas cíclicas que a veces tenemos no hay nada más terrorífico que encontrar un vacío, donde sólo exista la fisioterapia y NADA MÁS. ¿Nada más? No me creo que no tengas criterio científico, político, artístico, deportivo, gastronómico...no sé...¡VITAL!
Desde aquí rompemos una lanza a favor de todos aquellos que, aún gustándoles la fisioterapia muchísimo, saben que su mundo está más allá, ahí fuera y que su profesión, al fin y al cabo sólo es un medio y no un fin en si mismo. Por favor, no acabéis la carrera y os quedéis ahí. Somos universitarios, deberíamos tener una estructura suficiente como para descubrir y explorar muchas más cosas en la vida, hablar de ellas y disfrutar. De esta manera, quizá, en la próxima reunión de fisioterapeutas, alguien nos hable de...Van Gogh, Frank Zappa, Winston Churchill o, ¿por qué no?, Leonardo Dantés
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