lunes, 17 de abril de 2017

Soy intruso y agresor sexual de mujeres

¡Que cosas tiene la vida! El hombre, varón masculino, tiene a veces la certidumbre de caer varias veces en la misma piedra. La cabra tira al monte, Mahoma tira a la montaña (y si no la montaña tira a él) y el pervertido sexual tira siempre a tocar teta. Si este último, además, tiene por añadidura una profesión en la que bien puede disimular a la par que dar rienda suelta a esta su perversión, nos encontramos con un supuesto difícilmente demostrable ante cualquier justicia ordinaria. Pero es que

encima, este supuesto del que hablamos es real y está sucediendo. ¿Para qué andarnos con más rodeos? Sabemos quién eres. Sabemos dónde trabajas. Sabemos lo que haces. Sabemos que abusas de mujeres. Sabemos que te las das de doctor sin serlo. Sabemos que no figuras en los colegios de médicos ni de fisioterapeutas de Cataluña. Sabemos que no eres más que un triste intruso que se propasa bastante cuando sus pacientes son mujeres. Y por todo ello vamos a por ti, porque la gentuza como tú no nos merece el más mínimo respeto. Eres un acosador y un estafador que ha engordado su bolsa gracias al consentido silencio de mucha gente, pero tus días como tal están ya contados. Caerás, como todos caen. Tus amenazas sólo nos dan risita de la floja.

En la siempre bella Girona tiene a bien estafar trabajar el interfecto individuo en cuestión, para una clínica mayor donde él sólo figura como osteopata. Es un ser supuestamente reputado, ha engañado y sanado a la gente por partes iguales bajo el título de doctor. ¿Doctor de qué? ¿De quién? En su consulta cuelgan los títulos que pretenden demostrar esto, títulos decimonónicos venidos de Suiza, lugar donde supuestamente estudió el personaje, y cuya titulación adaptó a España. Eres un inventor de los buenos, sinvergüenza. Su reputación goza aún de grandes enteros, muy involucrado al mundo del ciclismo, ha sido incluso el doctor/osteopata/curandero oficial de algún equipo a nivel profesional y más de un ciclista de renombre ha contribuido, sin saberlo, con el intrusismo de sus manos. Y con semejante perfil, y la poderosa influencia, cree nuestro protagonista estar autorizado para casi todo, incluso para abusar de sus pacientes femeninas.

De pronto un día los astros se alinean y la luna ya no le trae la marea tranquila a la que está tan acostumbrado. Una paciente acude a él, ignorante de su intrusismo, para tratar sus dolencias. Cuando se tumba en la camilla, ella nota su aliento cercano en la oreja, una respiración extraña, entre jadeante e intensa...Sale de allí inquieta, tambaleante. ¿Qué ha sido eso? No. No puede ser...Por aquel tiempo, la paciente acudía también a terapia psicológica y, no sabe por qué, pero le da por narrarle el suceso a su terapeuta. La cara del psicólogo es un poema cuando se lo cuenta. Por un momento, él se sale de su propia profesionalidad y le confiesa a la mujer acosada que su mujer ha sido víctima de lo mismo, que la inenarrable situación que describe es casi calcada a la que le describiera su pareja previamente. Asco. Mucho asco.



Decide que ya no va a volver a ese tipejo. Por suerte ha podido confirmar que no se trataba sólo de alguna mala pasada de su mente, necesitaba contárselo a alguien y ese alguien le ha corroborado los hechos con creces. Encima el dolor sigue, un dolor lumbar acuciante que el intruso no ha logrado resolver. Llegó con un problema a su clínica y ahora tiene dos, se siente menos segura ante falsos profesionales así. Decide esta vez acudir a una fisioterapeuta de verdad, de las que sí que tienen título. Estando allí, se siente mejor. También le explica lo sucedido. De pronto, la fisio también detiene su tratamiento y hace una pausa para coger aire. Le confiesa:

- A mi también me pasó. Sé perfectamente quién es. Fue mi compañero de
trabajo. Es muy conocido en toda la ciudad, demasiado, desgraciadamente.
Una fama inmmerecida para un vendedor de humo y encima acosador. Porque
conmigo también hizo lo mismo. Compartíamos consulta años atrás y un día le
pedí que me ayudara con un dolor que tenía. También abusó de mí...

Sabemos quién eres sí. Más asqueada todavía, repugnada, la paciente se armó de fuerza para tomar decisiones los días posteriores. Estas cosas no deberían quedar así. Esta gente abusa de su falso prestigio, de una especie de situación de poder sobre el paciente, fuera de toda deontología profesional, de toda ética, de toda dignidad...Un escrito en el juzgado. Un escrito en Consumo. Un escrito al gabinete médico donde este hombre trabaja y una solicitud para hablar con su jefe directo, hasta ahora sin respuesta. ¿Cómo sin respuesta? La frustración por ver como hay personas sin escrúpulos que sostienen a este tipo de gente era demasiada. Decidió también contárselo a otra amiga, también fisioterapeuta y acudieron de nuevo a su consulta las dos. La fisio fue directa a él. Sabemos quién eres. Sabemos lo que haces. Él lo negó todo, claro está y después de defenderse pasó al ataque. Te voy a arruinar la vida. Le dijo. Pero no le temieron, a pesar de su influencia y poder. Bravuconadas de un estafador, de un abusador al que por fin hemos decidido plantar cara.


¿Y por qué se yo todo esto? Porque ella también me lo ha contado. Y porque también me ha pasado a mí. Porque he ido muchos años a que este intruso revisara mi espalda, creía no haber notado nada raro, de hecho me daba una especie de garantía de salud. Pero la última vez, un comentario fuera de
lugar me dejó muchas dudas (por entonces no sabía yo nada de esto). Me dijo "túmbate que voy a meterte mano". No sé, no lo vi. Y cuando mi amiga me vino a contar lo sucedido me sentí mal por haber sido yo misma quien he recomendado siempre a este hombre. A muchas personas. Durante muchos años. Ahora voy a otra fisioterapeuta, también de verdad, cuando le conté elcaso, me dijo el nombre de este señor. Sin haber hablado antes. Nombre y apellidos. Y donde trabaja. Todo el mundo le conoce. Sabemos quién eres. Sabemos lo que haces. Mi fisio me contó que ha tenido hasta tres pacientes que han pasado por lo mismo. No, ya no son las alucinaciones propias de siete mujeres taradas. No, es más sencillo. Sólo es uno. Es violencia de género que anda camuflada en forma de intruso, camuflado a su vez de pseudoprofesional.

¿Qué hacer? Vamos a denunciarlo, le dije. Pero esas pacientes son de hace ya años, me dijo. Juntémonos todas, ¿por qué no? Denunciemos. ¡Denunciemos! Pero mi ímpetu chocó de frente con una realidad. Probar estos hechos es demasiado complicado, pueden parecer sensaciones subjetivas. Ser más nos hace ser más fuertes, pero es tan difícil.

Este escrito es toda una realidad. No hay nada falseado, ni trampeado. ¿Es tan difícil ser mujer y poder ser respetada? Este escrito es un alegato en favor de la lucha que tenemos que hacer cada día. Por eso nos preocupa cuando os tomáis a broma todas estas cosas. Este escrito también es para darnos fuerza, para que seamos valientes, justas con nosotras mismas y plantemos cara a quienes abusan de nosotras. Porque no deben quedar impunes. Porque no debe salirles gratis lo que nos hacen. No somos el objeto de nadie, no somos cosas. Somos mujeres bajo esta lacra, tenemos que acabar con ella. Juntémonos, juntémonos de una vez. No queremos ser pacientes de las que abuse este sinvergüenza. Juntémonos y a por él. Mucha gente está con nosotras. Sabemos quién eres. Sabemos lo que haces. Y vamos a por ti.

6 comentarios:

  1. Su apellido recuerda a un animal el cual a su vez se asocia a comportamientos sucios como los aquí descritos, verdad? A por él.
    Qué puto asco

    ResponderEliminar
  2. Es increíble que el centro médico donde trabaja este hombre, no haya dado ninguna explicación, todo y haber recibido quejas de consumo!!

    ResponderEliminar
  3. me parece sincera tu confesion, la verdad es que recomiendo hacerte ver por un especialista en problemas sexuales, muchas gracias por tu tiempo

    ResponderEliminar
  4. Buenos días, ¿tenía este señor un centro de belleza por la zona del barrio de St. Pau en Girona? Hace muchos años me paso algo muy extraño con un fisioterapeuta de esa zona que no logro quitarme de la cabeza y me gustaría saber si hay más personas que comparten una mala experiencia de posible acoso sexual (o por lo menos intento). Si es así hablamos en privado. Gracias!!

    ResponderEliminar