lunes, 20 de noviembre de 2017

Relatos de fisioterapia -> Fisioterapia salvaje (Capítulo 3)

No le deseo a nadie pasar un desamor tan grande como el que yo viví. Cuando uno atraviesa una situación así, perdiendo al amor de tu vida de la noche a la mañana, el desgarro y la falta de respuestas es tan grande, que la pérdida te deja fuera de comportarte como tú mismo eres durante mucho tiempo. Ya iba para cuatro meses el asunto y mentiría si dijera que no estaba mejor, pero seguía sin estar convencido del todo. En el plano personal, me decidí a salir con una chica que realmente no me gustaba, pero o me obligaba a hacer algo, o me moría del asco.

Una noche que quedamos a cenar me empecé a encontrar indispuesto. Creo que era porque todo me recordaba demasiado a mi ex-pareja, pero sin ser ella, y aquello me revolvía tanto las tripas que me dejaba incómodo. Después se me pasó. Mi pobre acompañante pasó apuro por mí. Decidí entonces contarle lo de mi dolor de espalda y mis aventuras en busca de una respuesta, ya quedaba menos para que me viera el traumatólogo, que parecía el irónico horizonte al que llegaría, a pesar del tiempo de espera, sin encontrar solución a mi problema. Entonces ella me dijo algo que me dejó muy sorprendido.




-¿Has probado la osteopatía visceral? Yo he tenido a veces también dolores de tripa y una vez le consulté a un fisio y me dijo que podía tratarse de una inflamación del hígado o de las tripas. Me dijo que hay algunos dolores de espalda que están relacionados con eso. Me estuvo haciendo una especie de masaje en la tripa y la verdad es que me fue muy bien.

¿Osteopatía viscequé? La verdad que no lo había oído en mi vida, tanto nombre raro en un mundo del que yo antes no sabía nada y ahora, parecía haberse convertido en el centro de mi vida por culpa de la dichosa espalda. La dije que no tenía ni idea de que era eso, pero que había probado de todo y estaba un poco harto. Le di las gracias por el consejo, pero lo descarté.

Pero en realidad no lo descarté. De hecho la curiosidad siempre me ha podido y al día siguiente, que me encontraba aún peor y me volvía a molestar la tripa, estuve indagando sobre el asunto. Hasta ahora yo había acudido siempre a un fisioterapeuta, o eso creía, pero según decían, la osteopatía era una cosa muy distinta. No entendía bien la diferencia, pero quizá un osteopata pudiera ayudarme mejor si el problema era del estómago. No obstante, cuando se lo conté a mi madre le extrañó mucho, pues nunca lo había oído hablar y me pidió, preocupada, que fuera al médico de cabecera. Decidí, por tanto, hacer las dos cosas.

Lo primero fui al médico. Esta vez si que me dedicó más tiempo a explorarme. Me preguntó por la espalda también, pero no vi que le diera ninguna relación al asunto de la tripa. Él más bien pensaba en gastroenteritis, así que me mandó suero y una medicación. Si la cosa persistía, veríamos. Le dije que si me podía ver el de digestivo, pero pensó que no era necesario y me mandó esperar. Así que me fui igual que había venido.


Esa misma tarde fui a la osteópata que me había recomendado la chica sin gracia con la que salía ahora. La mujer me estuvo preguntando por los síntomas de ambos problemas, espalda y tripa y después de tocarme un poco, concluyó que tenía una inflamación de intestinos, de modo que haríamos algunas maniobras que me relajarían. Un masaje en la tripa, como aquel que me dio, no es lo más agradable del mundo cuando estás así, pero aún así consiguió su objetivo. Creo que mejoré momentáneamente. Al día siguiente regresé. Además de repetirme el proceso esta vez me recomendó que hiciera una limpieza hepática. Ella percibía también que podía ser que mi hígado tuviera algún tipo de disfunción, quizá debida al acúmulo de secreciones a lo largo de mi vida y que era muy recomendable que lo hiciera. Le conté también lo de la cándida, pues parecía tener similitud con lo que me había contado "el brujo" y me respondió que todo podía estar relacionado.

- Entonces, ¿qué tengo qué hacer? ¿Voy al médico y le digo que me hagan una analítica del hígado para una limpieza?
- No no, hombre no. - se rió.- Eso lo puedes hacer tú en casa sin problemas. Bueno, al médico puedes si quieres, pero lo mejor es que te lo prepares tú mismo. Los médicos no saben de estas cosas. Mira, en este vídeo está todo perfectamente explicado. Me mandó este enlace.


Y así me fui. Me di cuenta, de que ambos, médico y osteópata, me habían mandado un tratamiento que pasaba por meter cosas en mi tripa. Uno suero y la otra...bueno, un montón de productos que yo no había oído jamás. Que si ácido málico, que si extracto de rábano negro, que si sales de Epson... Además de zumo de pomelo, manzana, aceite de oliva, etc. Decidí hacer el segundo tratamiento y desoír al médico, tenía la sensación de que pasaba bastante de mi por lo general y esto de limpieza hepática sonaba mucho más moderno y novedoso. El fisio que salía en el video lo explicaba todo muy clarito y a juzgar por su volumen de conocimientos, debería estar muy formado en este tipo de dolencias. Ojalá fuera de una vez mi solución definitiva. Tendría narices, tanto acudir a distintos profesionales, para que al final la respuesta la encontrara en la red.

Me sometí al proceso de siete días de curación que juro que cumplí a rajatabla. La verdad es que no era fácil. Lo primero que hice fue buscar todos esos productos que pedían y que sólo podía encontrar en algún herbolario especializado. Y encontrar un herbolario, precisamente, no fue tarea fácil. Sólo había dos en toda la ciudad, así que me la tuve que cruzar entera para acudir a uno. Recuerdo que, estando en la cola para que me atendieran, me dio por pensar nuevamente en mi ex. Que curioso, en ese momento me di cuenta de que llevaba bastante tiempo sin pensar en ella. Esta nueva novieta que me había echado no me gustaba y sabía que aquello no iba a ninguna parte, pero me estaba ayudando a no acordarme tanto de ella. ¿Cuánto ha pasado ya? Cinco meses. Joder. Pues ya es un tiempo sí, y fíjate, aquí sigo, con lo de la espalda, en un herbolario. Que cosas tiene la vida.

Hacer la limpieza hepática me sirvió para darme cuenta de lo mala que estaba siendo mi alimentación, realmente había ganado algo de peso en este tiempo, a base de comer pizzas congeladas y bollos. No me gustaba cocinar y no tenía tiempo, pero me prometí que después de la limpieza, llevaría una dieta más sana. El proceso fue difícil, y tal como decía el fisioterapeuta del video, podía dolerme el último día. Y así fue, pasé una noche de mierda el día de la limpieza, a penas pegué ojo y tuve bastante dolor, aunque nada que ver con aquello que me hizo "el brujo". La esperanza de curarme hizo que me fuera mas leve. A la mañana siguiente, obtuve por fin los resultados.


Saqué, como veis, un montón de piedras verdes, algunas de un considerable tamaño, casi como el de una moneda de 1€. La verdad es que entre la cándida y el hígado me habían tenido machacado, pero ya estaba. No tenía dudas, acababa de soltar todo aquello, esa informe masa de asquerosos residuos verdes, que desde luego eran de todo menos buenos. Había purificado mi hígado y mis intestinos y ahora no sentiría esa inflamación en la tripa que hacía que me doliera luego la espalda.

Más contento que unas castañuelas, regresé a la osteopata para explicarle los resultados. Me vio tan bien que ni si quiera barajó darme otra cita, se alegró mucho por mí y porque había funcionado su tratamiento. Tan contento estaba, por primera vez, que decidí llamar a mi amiga fuerte y quedar con ella para contárselo. Nos fuimos a cenar, lo pasamos muy bien y acabamos haciendo el amor por primera vez. Parecía que todo iba volviendo a su sitio. Pero sólo parecía...

A la semana siguiente volví a sentir el dolor de espalda. Lo de la tripa era historia, pero la espalda volvía a doler en la zona dorsal. Otra vez los fantasmas, otra vez...y la cosa iba ya para medio año.

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