Vivimos en tiempos de pandemia desde hace un tiempo ya, casi un año, y la cosa promete alargarse. En estas circunstancias nos hemos acostumbrado a tener que practicar una fisioterapia extraña, anti propia de lo que nos ha sido enseñado a la mayoría, donde el contacto de lo humano hacía muchas veces el TODO que algunos no sabemos poner a nuestros propios tratamientos, y que nos solucionaba la papeleta. En esta paradójica nueva normalidad de vida, una de las cosas que más frecuentemente nos suceden, es que estamos sobreextasiados de escuchar noticias, habitualmente nefastas, sobre la Covid19 y todos sus pormenores. Parece que jamás fuésemos a terminar esta vorágine y que nunca vayamos a poder recuperar nuestra actividad, tal y como la desarrollábamos antes. Noticias todas ellas, que llaman a la puerta de nuestro innegable interés, pues es casi imposible no atenderlas y somos muchos los que hemos optado por intentar filtrar al máximo esta información, con el único objetivo de mantener calma y la cordura ante la ansiedad que estos días nos producen. Ese embotellamiento de realidad es significativamente perfecto para cubrir otro tipo de noticias, aquellas que pasan desapercibidas por el mucho ruido que hace el dichoso coronavirus. Y este tipo de noticias escondidas se producen en todos los ámbitos, también en la fisioterapia. Así que, en un giro de guion sin precedentes, cuando creíais que hablaríamos otra vez del Covid, esta página se dispone a hablar de una cosita que sucedió este verano y que ha pasado casi desapercibida. Nos referimos por supuesto a la condena al expresidente del Colegio de Fisioterapeutas de Castilla y León por meter la mano en la caja del Colegio y robar dinero de los colegiados.
Sucede, y es práctica habitual en todos los colegios de fisioterapia de España, que existe una severa distancia entre la institución y sus colegiados. Muchos profesionales de la fisioterapia se sienten desamparados por sus propios colegios, organismos posiblemente necesarios, pero que dado su carácter institucional, proyectan imágenes muchas veces frías y distantes de aquellos por quienes deben velar y proteger. No es de extrañar: durante los años 90, 2000 y casi hasta el 2015, estas instituciones han realizado un notable esfuerzo en algunas áreas, para dotarse de una identidad propia donde anteriormente no había nada. Digamos que han brotado sobre si mismas, vomitando su propio paradigma y sin saber muchas veces por qué camino tirar, en tiempos donde, ante la ausencia de redes sociales, todo esto de ir de listos era mucho más difícil y los cuñados, eran cuñados de verdad, a los que era más difícil pillar. Ante semejante ignorancia por parte de los propios colegiados (los primeros damnificados de todo esto), algunos fisioterapeutas, con inquietudes en unos casos, aventajados en otros y enterados en otros tantos, se hicieron con el jugoso gobierno de estas instituciones. Y sin mucha queja importante, sin un gran esfuerzo (electoral), con poca oposición y con el beneplácito de su caterva de feligreses, consiguieron ganar elecciones y trabajar, supuestamente, por y para los colegiados. Nadie o casi nadie sabía entonces lo que pasaba allí dentro de esas paredes a las que llamaban Colegio Profesional de Fisioterapia. Ellos solo publicaban (los que podían) lo que querían, y de lo demás, entérate tú si puedes. Sólo algunos valientes, que asiduamente se han estado pasando por la institución, han podido conocer de primera mano lo que allí se cocía, si es que se cocía algo.
Este perfil "a la española" de Dirigente de Colegio de Fisioterapia de Comunidad Autónoma Random, responde por tanto a una época y un tiempo que hoy, por fortuna, parece que poco a poco vamos venciendo. La situación actual en el panorama nacional no deja de ser curiosa, pues tiene más mezcla que una ensalada. Entre los habituales dinosaurios en peligro de extinción, fauna curiosa que merece la pena disecar en algún museo de la fisioterapia, encontramos también gente con perfiles nuevos un poco más sociales e interesantes, que responden al hastío que ha provocado esta situación durante lustros, la cual por suerte han logrado doblegar ligeramente, de algún modo, aunque son los menos. También tenemos a otros que continúan en la rueda de la inercia, los de aquellas Comunidades con poco músculo, que viven en la misma idiosincrasia perpetua que la higiene postural en escolares. Y otros, los que ven que ya les empieza a comer el furioso lobo de sus indignados colegiados, intentan realizar acciones medio inútiles a las que dan mucha voz e importancia, para que parezca que salen así de su zona de confort. A todo eso le sumas la presencia de un mafioso disfrazado con lengua vernácula y te queda un aliño de lo más interesante.
Pero no os preocupéis, que aquí hay estopa para todos. Quejarse y no aportar es otro clásico "a la española" de toda la puta vida y en eso, un grandísimo grueso de colegiados de fisioterapia, es especialista. El colegio son los colegiados, un mantra con mucho de cierto. El colegiado cuando habla del colegio se cree que es una institución informe que subsiste gracias a su dinero (en parte sí) y que tiene un alma y personalidad propia de la que él es ajeno, como si fuese un robot no humano que jamás fuese a tomar una sola decisión sensible hacia él. Como si no hubiese personas en él. La justificada desafección se convierte en un llanto desconsolado de quien, sin asistir ni una sola vez en sus veinte años de colegiación a ni una sola reunión/asamblea/iniciativa/cosa...pretende que le escuchen como si sólo sus problemas existieran en el mundo. Este tipo de individuo, vive al margen del colegio, y cual liberal con el proteccionismo, considera que la institución no sirve para nada, sólo para llevarse su dinero, dado que es ley tener que pagar colegiación para poder ejercer, y que él podría vivir perfectamente sin ello. No le falta razón, puesto que no hay ningún tipo de comunicación efectiva entre ambas partes, ni del colegio hacia él, ni de él hacia el colegio. Pero claro, para quejarnos luego siempre hay tiempo, haciéndolo incluso sin tener ni puta idea de quién está al volante de la institución, ni de en qué se están invirtiendo los dinero, ni pasándose por una asamblea, ni nada por el estilo. Luego así pasa lo que pasa, que os roban en vuestras narices y no es sólo que no os enteráis del hecho cuando sucede, sino que no os enteráis ni si quiera después de la grave noticia.
Yo también he sentido que durante estos meses lo que hacía poco tenía que ver con la fisioterapia que tanto me gusta practicar. Esperemos que pronto podamos realizar la fisioterapia que amamos.
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