Primero ayudantes. Luego ATS reconvertidos. Después pioneros. Luego grandes estudiantes. A continuación hornadas y hornadas de nuevos fisioterapeutas que ya no encontraban hueco donde meterse. Después Francia...Y así, año tras año, fisio tras fisio... llegó 2011. Un año que, sin saberlo, y sin que aún lo sepan todavía muchos, supuso un cambio paradigmático para la historia de la fisioterapia nacional. Tal y como decíamos, los fisioterapeutas nacionales de la tercera hornada, mucho más preparados de base que sus antecesores, por la evolución lógica de las propias formaciones, habían saltado al vacío de un mercado que estaba ya colapsado y no podía absorber su demanda. El país galo había sido hasta ese momento su salvación pero entonces, poco a poco, las ofertas comenzaron a dejar de llegar. Ya no eran tan buenas, ni tan fijas, ni tantas. Sólo iban quedando los propios huecos que muchos iban dejando. Sin capacidad para adaptarse a un nuevo país, o echando de menos su tierra, o habiendo acumulado una buena saca de dinero, decidían volver a casa con las esperanzas puestas en algún nuevo proyecto ilusionante, que les permitiera tener un trabajo digno in Spain. La solución, para muchos, pasaba por arriesgar y apostar por ellos mismos, fundando así sus clínicas de fisioterapia y dando lo mejor de sí mismos.
Debería hacerse un amplio estudio sobre lo que ha ocurrido con la fisioterapia en este país desde 2010 a esta parte. Si uno pudiera radiografiar como eran los barrios entonces, una buena mayoría de ellos contaría con su panadería, su farmacia, su chino, su peluquería ...Negocios todos ellos que en buena medida seguirán, más o menos adaptados a los tiempos, sufriendo el acoso de las grandes superficies. Puede que también en alguno hubiera una clínica médica, o un dentista, o algún negocio sanitario privado, como una clínica de fisioterapia... Hoy, en 2017, casi no se exagera si se dice que CASI TODOS LOS BARRIOS TIENEN UNA CLÍNICA DE FISIOTERAPIA. Y huelga decir, la verdad, que casi todas ellas funcionan bastante bien. Ok. La fisioterapia se ha marcado aquí un tanto. Ha conseguido crear una necesidad en la población que antes no tenía. Quiere decirse, que ahora el ciudadano estándar valora algo que le vendemos como fisioterapia, que se lo servimos cerquita de casa, en un formato también estándar y que, por más que la mayoría de esos fisios sientan estar vendiendo una exclusividad y un trato diferente, no dejan de hacer lo mismo que el prójimo en la consiguiente clínica. Y así sucesivamente. Pero esta no es entrada en la que debatir por qué ocurren estos fenómenos, si no la de explicar por qué se ha llegado hasta aquí, como puede ya verse por la propia evolución histórica de la profesión.
Podría decirse que la generación que empieza a salir de las universidades en torno a 2011 es la primera generación perdida, pero tampoco sería del todo cierto. Lo que si es cierto es que se encontraron ya con un panorama desolador en lo laboral, sin ofertas razonable de aquí y de allá (La France). Muchos de los fisios que entonces se fueron, regresaron con un pan bajo el brazo y abrieron entonces su clínica propia en su pueblo/barrio/lugar. Todos la hicieron igual: una reforma razonable, paredes lisas y muy blanquitas, pintura corporativa bonita, un logo/nombre que rezase FISIOloquesea, una cristalera translúcida donde anunciar las bondades terapéuticas del lugar, muebles baratunos del IKEA pero que parezcan buenos, dinero dejado sobre todo en camillas, pocos aparatos y una sala algo más grande reservada para hacer grupos. Esto, no venía en ningún manual, pero conversaciones entre unos y otros, el boca a boca y los foros, ayudaron mucho a generar un modelo de negocio rentable para los fisioterapeutas. Pilates, el yoga, los hipopresivos y casi cualquier cosa aplicable a nivel físico, sirvieron para afianzar esos negocios que, en buena mayoría de casos, ya casi recuperaban la inversión durante el primer año de apertura. Muchos bonos de x sesiones y ofertas especiales para contribuir con la mercantilización del asunto.
Hoy en día, con todos los puestos de trabajo públicos copados y sin grandes ofertas en el sector, la fisioterapia sobrevive a duras penas gracias a que estas clínicas se sumaron a las ya entonces existentes y consiguen, en muchos casos, dar trabajo a nuevos fisioterapeutas de la época posterior a 2010. Esta enorme eclosión de clínicas de fisioterapia, todas al uso, por doquier, es lo que tenemos a bien llamar ¡EL BOOM DE LA FISIOTERAPIA! Gracias a ello, los fisioterapeutas del boom consiguen trabajar o ser explotados (en muchos casos equiparable) en este tipo de clínicas donde el jefe suele tener una pugna mental entre ser fisioterapeuta y ser empresario, venciendo habitualmente, por desgracia y necesidad, la vertiente empresarial, olvidando los años en que estuvieron en Francia sobando cuerpos, pero bien remunerados.
Paralelamente en aquel 2011 comienza a surgir una corriente ideológica de hartazgo hacia lo que se estaba estableciendo, que era la figura de un fisioterapeuta alejado de lo clínico y próximo a las pseudociencias. Con el plan Bolonia establecido, también surgían los primeros GRADUADOS EN FISIOTERAPIA con una visión más orientada hacia un camino científico, y con la posibilidad de doctorarse en su profesión por primera vez. Surgía así una alternativa al camino habitual, mucho más dura de recorrer y que chocaba frontalmente contra el bien arraigado concepto de "la nueva fisioterapia", esa que se dedicaba a criticar sin contemplaciones a la fisioterapia viejuna, practicada por los dinosaurios del sector. Mucho se llenaron la boca entonces algunos fisioterapeutas diciendo que ellos no hacían masaje, o ponían máquinas sin sentido, que ellos trataban al paciente con terapia manual, sin darse cuenta de que caían otra vez en los mismos errores, alejarse del razonamiento y la clínica. Olvidarse de que son, aún todavía, profesión sanitaria. Esa nueva corriente ideológica se canalizó en la aceptación de una limitación científica de la profesión y en resaltar la importancia de la búsqueda de esta, mediante el trabajo colectivo, el uso (o sobreuso) del 2.0 para todo y poner puntos sobre los íes en asuntos que ya empezaban a oler mal en lo pseudocientífico. Hoy día se les puede encontrar copando las redes sociales, su campo de relación habitual, creyendo que tienen mucha más fuerza ideológica que la que tienen, ignorando que representan una ínfima parte de todo el sector. De ahí que las cosas no cambien.
Los fisios que vivieron el boom se quedaron con cara de pasmarotes. En esta batalla dialéctica de fisioterapia sí, fisioterapia no, sin posibilidades de trabajo digno en condiciones...¿qué hicieron? ¡Más cursos y posgrados! Quizá así pasaran los años y todo esto de la crisis se solucionara solito. Es de destacar que este boom de las clínicas no sería boom total si no hubiera venido acompañado de otro boom en lo formativo. Las empresas de formación vivieron aquí su época dorada, sacando de la chistera todo tipo de cursos con los que saciar las ansias de un mercado que vivía (y vive) bajo el paraguas de la ignorancia. Siendo además que en 2011 estalla la crisis económica mundial, amén de otros problemillas más locales, la profesión se ESTANCA. Sin embargo, los múltiples esfuerzos de la universidades por vender la fisioterapia como una carrera de futuro, hacen que la bola se haga más y más y más grande.
Como toda burbuja, al final, la de la fisioterapia también se pincha. Cuando terminan sus cursos, y no tienen dinero para más. Los fisioterapeutas de esta generación comienzan a vagar en la nada más absoluta de lo laboral. Ofertas de mierda, basura, malos horarios, falsos autónomos...O inician un camino nada prometedor, quizá como fijos en una clínica, dando masajes (sí, sí, masajes) con un futuro más gris que la panza burra. Siguen montando sus clínicas, aquellos que pueden, en este caso ya, ayudados muchos por el dinero de sus padres. La meritocracia desaparece del todo y comienza la larga travesía en el desierto de las ideas, sólo iluminada de vez en cuando por alguna voz discordante. No precisamente la de los colegios profesionales, acomodados en su quehacer contra el intrusismo, como si este fuera el mayor de los problemas. Mucha fisio, muy bonito todo, pero aquí nadie hace nada. Y casi nadie dice nada ¿Que puede esperar la generación actual? Los que a día de hoy ingresan en las aulas...¿qué futuro pueden tener con un panorama así? ¿Aparecerá otro país para salvarles? ¿Seguiremos mirando para otro lado?
Lo veremos en el próximo episodio.
Generación de los 2010 en adelante y muchos de la generación de antes. No vaya a parecer que los que estudiamos fisioterapia hace 15 años estamos en una situación maravillosa.
ResponderEliminarVoy con mi currículum lleno de cursos que me prometían mejorar laboralmente a entrevistas en las que me ofrecen auténticas basuras tras pasar un "concurso" en el que quienes eligen al fisio que trabajará en ese puesto precario son los propios pacientes (pacientes que piensan que la mejor fisioterapia es esa en la que te soban 1 hora y te citan para dentro de 1 mes).
A quién reclamo?. Miles de euros malgastados en formaciones que no puedes aplicar a no ser que abras tu propia clínica y te lances a hacer algo más que sobar al personal.
¡Menuda estafa!
Eso es el negocio de la fisioterapia en este país.
Y luego tener que ver en la cara de aquellos a los que les ha ido bien una mirada que dice "algo habrás hecho mal... No te habrás esforzado".
Cuando elegí estudiar fisioterapia nadie me dijo que en el pack viniera tener que ser sí o sí empresario. Porque además de fisioterapeuta tienes que serlo. Tienes que ser proactivo, perfil comercial, visión de negocio (aunque la clínica no sea tuya). Tienes que ser mega majo. Tienes que tragar mierda con una sonrisa en los labios. Tienes que tener 6 especialidades pero no demasiados años, porque entonces estarás resabiado y amargado por las experiencias previas. Tienes que estar lo suficientemente desesperado para aceptar estar disponible todo el día para que al final te llamen para 4 pacientes y te den 10 euros por cada uno. Tienes que estar dispuesto a irte al culo del mundo 3 tardes a la semana para dar 1 hora de pilates y que te la paguen a menos que la hora limpiando en una casa.
Amén
ResponderEliminarCon 12 años de experiencia profesional y unos 20 cursos de formación continua acaban de ofrecerme trabajar 2h/día (de 15:30 a 17:30) como autónomo. No me han dicho nada del sueldo, así que imagino que es el convenio: unos 300€ para esa jornada.
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