martes, 21 de diciembre de 2021

La línea finita

Uno de los peligros actuales de las redes sociales es que cualquiera puede escribir cualquier cosa, manteniendo un pretendido estilo correcto y respetuoso, y dotarlo, gracias a la palabra, de cierta entidad o contenido válido para la parroquia. Si dicho texto, por más necio que sea, consigue el suficiente conjunto de palmeros, se verá catapultado a la posición de dogma poco cuestionable, tratando de evitar así el filtro del raciocinio de quienes, al leerlo, queden estupefactos por intentar camuflar bajo un aspecto cordial y saludable, una sarta importante de tonterías. De esto modo, y a pesar de estar viviendo en el siglo con mayor desarrollo intelectual hasta la fecha, seguimos aupando a personas que no nos ofrecen la posibilidad de pensar y salir un tanto del conformismo o el pensamiento único, sino que disfrazadas de libérrimos adalides de su estanca profesión, sólo ofrecen líneas rectas y finitas que acaban donde ellos quieren, e imaginan que el pensamiento es un complejo bucle del que no saben escapar y les aterra. Así pues, y dado que la fisioterapia es víctima lacerante de estas buenas gentes, a las que debemos llamar también compañeros, me permito compartir esta reflexión por si sirve de ayuda o reflexión a algún/a compañer@.


Me permito iniciar esta pretendida manipulación articulada del mismo modo por tanto, obviamente si fuese yo quien lo escribiera, hubiera procurado no reiterar palabras en una misma frase (en color verde). Es solamente un ejercicio de perspicacia, donde quien no lo entienda solo encontrará un texto lleno de contradicciones e ideas contrapuestas.
Cada semana, puntualmente, recibimos información acerca de que la técnica A o B (Osteopatía / Acupuntura) son pseudoterapias, y por lo tanto no deberían ser ejercidas por fisioterapeutas, ya que somos personal de salud y deberíamos remitirnos a la evidencia científica. Son diferentes propuestas y mensajes, pero finalmente ese es el mensaje que se quiere transmitir.
A pesar de que se ha aportado bibliografía que dice lo contrario, se sigue insistiendo una y otra vez en la misma idea, haciendo caso omiso de estas publicaciones, en una campaña orquestada afín a la idea de “algo que se repite 1000 veces al final cala en la mente de quien lo recibe” y seguramente también con un afán provocador en el que, yo el primero, he caído (y no me arrepiento en haberlo hecho, pero la constatación de la impermeabilidad absoluta por la otra parte ha dejado claro que no hay ningún espíritu de debate, sino de mero torpedeo).
Podríamos decir que hay que ser verdaderamente torpedo para pensar que a alguien en el mundo le interesa la fisioterapia lo suficiente como para orquestar una campaña afín a nada. Puede no resultarnos serio ya, o ingenuo, a estas alturas, que todavía haya gente que piense que existe una mano oscura que mece los hilos de los fisioterapeutas, como si en todo esto hubiera una garganta profunda o brillante mente pensante que quiere hacer que la gente piense, en contra de aquellos que gustan más de adocenar al personal con teorías y técnicas del siglo XIX. Sobre todo si a esa mano oscura se le atribuye al propio efecto dilapidador que tiene la ciencia a lo largo del tiempo, tirando por tierra toda suerte de teorías alternativas a la suya. Desde la posición imperialista de quien tiene la sartén por el mango, aún hoy todavía, es fácil atacar y criticar a quien te critica, por el mero hecho de existir, utilizando el Cherry Picking, para tratar de argumentar a favor de una u otra cosa.
¿Qué es eso del Cherry Picking? Pues una tontería tan sencilla como intentar argumentar solo en un sentido. Unidireccionalmente. Esto es algo que en el mundo de la fisioterapia ocurre con demasiada frecuencia y, en particular, con la osteopatía. Es, por desgracia, bastante común, que una persona que quiera defender la osteopatía utilice la endeble evidencia científica que hay a su favor, que además si es bien leída ofrece deducciones lo suficientemente interesantes como para darnos cuenta de que esa disciplina, nunca funcionó por lo que dijo funcionar. Mientras blande sus papers convenientes como si no hubiera un mañana, se olvida de valorar en paralelo los otros muchos, mayores y mejores en cantidad y en calidad, que desmontan casi la totalidad argumental de lo que vende. También se olvida, no sabemos si pretendidamente o no, pero posiblemente fruto de la ignorancia, de la cuestión metodológica de los ensayos que utiliza, los cuales, tras pasar una nueva revisión, se reducen sólo a dos o tres que tengan cierta categoría metodológica como para ser serios. Y lo cierto es que una persona que ha sido educada en ciencia y que tiene un pensamiento científico maduro, sabe perfectamente que es muy tramposo argumentar solo en una dirección e ignorar lo que nos viene por el otro lado. Por tanto, la siguiente frase, como se verá, ya da que pensar sobre la ignorancia de su autor en este campo. Y la ignorancia, como bien se sabe, es atrevida.

Para quien tenga un espíritu científico verdadero (no teocientífico), tanto la Osteopatía como la Acupuntura constituyen técnicas de tratamiento que los fisioterapeutas pueden realizar con garantías y que se ajustan al paradigma científico actual, una vez demostrada su eficacia clínica.
Observamos, por tanto, que estas sentencias terribles parten de lo que no es cierto. De primeras, ya hemos explicado que el espíritu científico verdadero al que se apela es aquel que no haría cherry picking, es decir, aquel que cogería del cesto todas las cerezas que saliesen y no sólo las que a uno puedan gustarle, por conveniencia, o por lo que me pueda convenir. Un verdadero científico, si así quiere decirse, será aquel que no menosprecie la cantidad tan grande de cerezas que hay que me están indicando precisamente lo contrario.
De segundas vemos el uso de un término tan menso como "teocientífico", que suponemos querrá decir cientificista. Podríamos quedar que se recurre a la ironía para apelar a aquellos que creen con firmeza en la ciencia, pero nada más lejos de la realidad. Equiparar la creencia con la ciencia es precisamente algo contrario a lo que haría cualquier persona con espíritu científico. No se cree en la ciencia, la ciencia solamente analiza, comprueba y demuestra. Casi nada.
Y de terceras, ni la osteopatía ni la acupuntura se ajustan al paradigma científico actual, precisamente porque no arrojan la evidencia que deberían para ello, tras muchos miles de estudios y, también, porque cuando en ocasiones funcionan, no funcionan por lo que dicen funcionar, valga la redundancia. La cuestión ésta de la eficacia clínica es otra fuente de extrañas argumentaciones, pues la eficacia clínica es la base de la evidencia científica y, utilizar como argumento a la hermana pequeña de la familia, sin intentar convertirla en sabia madre que siente cátedra, es presuntuoso cuanto menos.
No entro en este momento al debate de cómo tienen que legalizarse, ni si forman parte de la Fisioterapia o no, que creo es un tema secundario. Simplemente son técnicas de tratamiento que han demostrado eficacia y que, junto a las de la Fisioterapia, mejoran la calidad de los tratamientos que damos a los pacientes. No son panaceas, ni otorgan ninguna superioridad a quien las realiza.
Siendo persona amiga de la creatividad más pura y en su máximo exponente, la contemplo como forma de vida dentro de la fisioterapia. De hecho, si algo de arte le queda a esto, es ése, la capacidad teórico-práctica de cada uno para hacer de su profesión algo con un criterio estético particular, engalanando así la ciencia de la que brota. Pero ello no puede servir como argumento para que te dejen hacer lo que quieras. Es decir, a mí no me pueden permitir tirar a mis pacientes por la ventana, para probar mi teoría sobre el efecto de la gravedad en sus cuerpos. Es un ejemplo exagerado, pero quiero ilustrar así lo necio y facilón que puede ser decir que como somos personas libres, y nuestro código deontológico así lo recoge, tenemos derecho a pasarnos por el forro varios siglos de ciencia aplicada, para creer en misticismos rocambolescos que nada nunca fueron capaces de demostrar. Eso no quita compatibilidad con el hecho de que haberlos usado con tus pacientes te haya funcionado de perlas, y que todo el mundo te considere (y seas) un gran fisioterapeuta. Pero no puedes vivir enajenado eternamente creyendo que eres un gran fisio, sin saber que no lo eres por lo que crees serlo, porque la ciencia no te está dando la razón en ningún momento. ¿Qué quieres hacerlo? Ole tú, pero eso no es fisioterapia, eso es "la movida que tú haces".

Es obvio que cada cual tenemos un modo de proceder en nuestra profesión, y utilizamos unas técnicas y conceptos en función de nuestro conocimiento, formación y seguramente de nuestro modo de ser y pensar. Eso supone un enriquecimiento y especialización de nuestra profesión. Y me parece sano y normal que a much@s compañer@s estas técnicas no les parezcan plausibles ni les llamen la atención, y que tengan dudas sobre su valor.
¿Qué enriquecimiento hay en introducir pseudociencia en una ciencia? Claro, la respuesta es que no lo hay, porque son incompatibles por principio. Mientras que una es esforzada, la otra es facilona. Una trata de investigar y apela a la razón, la otra trata de hacer milagros y apela a la pasión de quien la utiliza. Está muy bien tener grandes pasiones en la vida, pero no debemos dejar que ellas nos nublen el juicio profesional. Nuevamente justificar un procedimiento por "nuestro modo de ser o de pensar" es lo suficientemente naif como para justificar al cirujano que en vez de cortar con un bisturí, trata de hacerlo con los rayos láser invisibles de sus ojos, que aún no demostraron que corten, pero que están ahí para quien quiera utilizarlos con pasión.
No se trata de reivindicar ni de vender nada, salvo el RESPETO por quienes las utilizamos, del mismo modo que se hace con el resto de técnicas usadas por fisioterapeutas. Las dudas y el sentido crítico son siempre bienvenidos, pero no deberían disfrazarse de constante devaluación global y maniquea de estas técnicas, y secundariamente de quienes las utilizamos y estudiamos cada día.
¿Cual es la falta de respeto en criticar a aquellos que utilizan la magia en lugar de la ciencia? ¿Cual? ¿A Gandalf el Gris le molestaría que le dijeran mago si lo es? Ser mago o hechicero es una gran cosa, tener el misticismo y la espiritualidad por bandera puede servir para muchas cosas. Pero, desgraciadamente eso no es fisioterapia. Sólo se está diciendo eso. Se está apelando a ese sentido crítico, para que se aparque de una vez esta práctica y deje de estar protegida bajo el potente paraguas de la palabra fisioterapia. Porque sólo así podremos hacer una fisioterapia de verdad y no lo que venimos haciendo. No es que se trate de una constante devaluación global y maniquea de estas técnicas, es que ya son las propias técnicas las que, con el paso del tiempo, van muriendo lenta e inexorablemente. Algunos, venimos avisando desde hace tiempo. Quizá la crítica más efectiva hacia quienes lo hacemos es que, nos cuesta tender la mano y, en eso, podéis tener mucha razón. A mí, personalmente, me cuesta mucho acercarme al pensamiento mágico, dado que mi único objetivo parece ser el tratar a convencer a la mayoría de mis compañeros, que es el camino de la ciencia el que nos saca de la línea finita por la que tratan de meternos todo el rato. Y ese camino si que, por el momento, parece un bucle infinito.
A partir de aquí, como seguirá la campaña sistemática descalificadora (ojalá me equivoque), me niego a participar más en este circo. Ya hemos aportado en diferentes ocasiones datos y argumentos de que, como mínimo, la Osteopatía y la Acupuntura cumplen los requisitos para ser contempladas como técnicas de tratamiento que los fisioterapeutas pueden utilizar. La información está ahí para quien quiera consultarla. Insistir en aportar papers ni argumentos como respuesta es obvio que no influye en quien intenta denostarlas, ya que no se pretende un debate científico sino simplemente un bombardeo mediático sobre ellas.
Nada más, siento haberme extendido tanto, pero en esta mañana de domingo me quiero sentir liberado de este tema de una vez por todas, al menos en lo que respecta a debates estériles y que no aportan nada al grupo, ni como disciplina, ni en la relación que a tod@s nos une, y es que somos FISIOTERAPEUTAS.
Aportemos en positivo para la profesión.
Un abrazo para tod@s.

Terminemos entonces esta perorata desmontada con un mensaje de comunión y positividad, que eso además de dar votos de cara a la galería me hace quedar como el bueno de la galería. Ok, esta vieja fisio hace ya tiempo que se auto-concedió el papel de mala de la película, y no le importa en absoluto. Quizá por ello se me permita ser más quisquillosa. No me gusta pensar que tomamos a nuestros colegas como tontos cuando escribimos estas cosas. Y es que nadie puede pretender un debate científico con gente que ni siquiera conoce algo tan simple y sencillo como que en ciencia, hay que demostrar o falsar todas las hipótesis que nos planteemos y que no podemos dejar de lado todo aquello que no nos gusta, sólo porque un par de papeles con metodología muy cuestionable, parecen decir, lejanamente, algo parecido a lo que yo defiendo. Eso ni es serio, ni es ciencia, ni si quiera es magia...es algo verdaderamente cutre, chusco, tramposo y que puede llegar a decir mucho de mí. Así que, si hay algo que nos une a todos, es que somos FISIOTERAPEUTAS. Es decir, somos científicos del movimiento humano y eso es algo sagrado que debemos defender.
Aportemos en positivo para la profesión
Un abrazo para todos, sin @ bastardas.

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