miércoles, 25 de enero de 2017

De la soberbia fisioterapéutica

La soberbia (del latín superbia) es el sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás. Significa altivez, arrogancia, creerse más que nadie, superioridad virtual, vanidad...Su antónimo es la humildad, bien tan necesario como escaso. Cuando esta altanería se fusiona con lo profesional, el resultado es una vomitiva mezcla de situación de privilegio escatológica, perfumada con dotes de sobradurismo, endiosamiento y melosapiencia que provocan el hastío del externo observador. Cuando se fusiona con lo sanitario, se entremezcla a su vez una especie de barrera de respeto y admiración que hace que pasemos por alto este pecado capital.

En pocas palabras: la soberbia es una poca mierda que abunda entre los profesionales del sector sanitario, transformándoles en entidades estúpidas que se dirigen a sus pacientes de manera estúpida con una altivez que más valiera que se metieran en el hojaldre. Más que nada, porque para lograr ser un buen profesional, la soberbia SOBRA. Y para atender pacientes, mucho más.

Y ahora la soberbia ha venido para quedarse en la fisioterapia. Se ve que hemos sido torpes y la hemos dejado entrar sin si quiera combatirla, sin fijarnos en nuestros absurdos antepasados médicos, perfumados de arrogancia en una buena mayoría, antes de salir de casa, camino de su hospital o consulta.


En cierta ocasión un arquitecto me contó que en la carrera, un cretino profesor le dijo:

- Un arquitecto siempre tiene que ir en traje y corbata, porque siempre tiene que estar preparado para que en cualquier momento le rindan un homenaje.

Lo peor de todo es que no andaba desencaminado aquel arrogante malenseñador de alumnos. Y es que hasta hace no mucho, el analfabetismo campaba a sus anchas y cualquier país tenía entre sus figuras más destacadas al triunvirato del poder. Hijo mío, de mayor has de ser médico, abogado o arquitecto. La historia hoy, ya cambiada en el siglo XXI, con los primeros a ras de humanidad, los segundos picando pleitos y los terceros en paro perpetuo, es bien diferente. Pero la simiente que entonces se introdujo consiguió crear sobre estos tres profesionales, un aura de idealización sistemática que les convertía en criaturas por encima del bien y del mal. El problema estuvo en que la mayoría de ellos se lo creyeron. Sabían que eran gente importante para la sociedad y que, alcanzar su estatus requería esfuerzo, horas de estudio, dedicación, vocación...valores difíciles de encontrar entre la pobreza e ignorancia del campesino medio, hasta que uno de los hijos, el primero o el segundo normalmente, les salía estudioso y la familia, se dejaba los ahorros en catapultarle al hall de la fama y, por consiguiente, de la soberbia. Por supuesto de las posibilidades de este hecho siendo mujer, mejor ni hablemos.



Los médicos son entidades preocupantes. El problema de generalizar está en que metes en el mismo saco a auténticos profesionales humildes, que nada tienen que ver con este escrito. Pero leches, una especie de burda autoridad superior les debió atrapar hace muchos años y les convenció de que estaban por encima del resto de la humanidad. Esta divinidad se olvidó de decirles que trataban con personas, con personas con problemas de salud. Que no eran casos a los que mirar por encima del hombro, que no sólo importaba el éxito de la operación, que tenían que mirar más a los ojos y menos ocultarse bajo la falsa superioridad de un despacho. Que podían tocar al paciente, que el paciente podía hablarles de tú, que aunque salvaran vidas no tendrían porque ir por ahí perdonándolas a los demás...y así un largo etcétera. Todos hemos conocido a mejores y peores médicos, pero nadie nunca habrá conocido a un buen porcentaje de médicos que no sean soberbios y se crean más listos que el hambre. Lo dicho: repugnante.


¿Y qué le pasa entonces ahora al fisioterapeuta? Ahora que ya puede ser doctor, ¿se convierte en un cretino? Que sí, que sí. Que no generalicemos. Que ya estamos. Pero ya basta con no ser críticos, esto va de lo contrario. Aquí sobra soberbia y falta humildad. Sobran fisioterapeutas sabelotodos y faltan muchos que quieran escuchar. Sobran los que sentencian categóricamente, que si esto, que si lo otro. Faltan los que no destruyen el lado humano del paciente. Sobran los que te reciben escudados en mesas de despacho, faltan los que te brindan miradas a los ojos. Sobran los profesorcillos de tres al cuarto que despachan las dudas a golpe de cretinismo e intentan que sus alumnos les idolatren, faltan los que reconocen que cada vez más dudan porque la fisioterapia va de eso. Sobran los que curan el cáncer con sus manos y faltan los que derivan al psicólogo. Sobran los que saben hasta de estados emocionales y faltan los que conocen bien la anatomía del hombro. Sobran los que no han tocado a un paciente en su vida y van de expertos en la materia. ¿Hasta dónde queremos llegar? ¿Es que nadie se da cuenta de lo absurdo? ¿Hace falta enrevesar al paciente con lenguaje técnico para que no nos entienda y sólo pueda quedarse asombrado por nuestra falsa sabiduría? ¿Hace falta sentirse acomplejado y creerse un médico con bata y fonendo colgado todo el día para que cojan polvo? ¿Es necesario hablar de lo que no se sabe? ¿Es necesario creerse guay por ser nadie? ¿Lo es por ser alguien? ¿Es necesario poner parrafadas chorras en las explicaciones que sólo tú y tu madre entendéis? (Y ella porque te quiere) Que hastío de fisios que no escuchan y se creen los mejores. Que hartazgo. ¿Por qué queremos repetir los mismos errores? ¡Basta ya de fisioterapeutas enamorados de sí mismos!



Porque el problema de la soberbia en la fisioterapia se extiende cual pandemia activa. Podéis encontrarlos aquí o allá, en todos lados. Tanto en su clínica privada, donde creen tratar enfermedades imposibles, como dando ponencias, desde el poder que les otorga el estrado, para llenar de mucho humo sus paupérrimos avances. Dime de que presumes y te diré de lo que careces. Deja de entrenar tus habilidades de oratoria, ¿a qué esperas para hacer el máster de humildad que tanto te hace falta? ¿A qué esperamos para dignarnos a humanizar la relación fisioterapeuta/paciente? No decimos que haya que llegar al sexo duro, pero si eliminar de una vez la espesa capa de polillas.



Pero claro, está muy bien impresionar al paciente con sabiduría titulada para luego ofrecer soluciones muy similares al resto. Porque esto de la fisioterapia endiosada, amigos, tampoco da para tanto. Ni la propia fisioterapia de calle. Da mucho más el razonamiento clínico, el ser buena persona, la humildad cultivada, el esfuerzo del día a día...todo eso si que cuesta mucho. ¿Es tan difícil ser persona? ¿Quién invitó a la soberbia? Será inherente al ser humano, pero no sirve para nada. Llamar la atención en congresos, humillar al alumno que va por delante, enarcar la ceja de la superioridad moral, mostrarte como una absurda eminencia ante el alumno que tutelas de prácticas hacerle exámenes orales cada día para humillarle, asegurar que puedes curarlo todo...En fin, que pereza.

8 comentarios:

  1. B R A V O

    Cuando llegué a tercero de carrera me di cuenta de todo esto, muchas promesas y soberbia por parte de los profesores en los dos primeros años de carrera, y uno que todavía no tiene los conocimientos ni el criterio se lo tiene que comer todo, luego cuando ya ves el final de la carrera te pones a pensar y se te caen auténticos mitos, te das cuenta de la realidad de la profesión y piensas, pero de dónde ha salido esta gente? Qué lástima, se agradece tu gran labor de difundir información y puntos de vista para que los futuros estudiantes sepan dónde se meten realmente, y no en el espectáculo que muchas veces nos hicieron creer al entrar en la carrera

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  2. Te ha faltado criticar a los mediocres que tienen el intrusismo tatuado en la punta de la lengua. Esos fracasados que se pelean con masajistas por poner crema en la espalda de los pacientes. Si te tienes que pegar con alguien por dar un masaje relajante es que eres un autentico fracasado. Y ahora no sé si soy yo uno de esos fisios de los que hablas en esta publicación. Pero una de las patadas, me ha dado en las costillas y por lo menos se reconocer que tienes razón.

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  3. Totalmente de acuerdo. Estoy harto de ver comentarios de fisioterapeutas criticando la profesionalidad de otros; detesto que la gente se crea una eminencia, y más si siempre hablan negativamente de los demás y positivamente hacia ellos mismos.

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  4. Y te han faltado esos fisioterapeutas ignorantes o egocéntricos en los que sin apenas conocer, valorar al paciente y hacer un razonamiento clínico se atreven a criticar y contrariar el trabajo de otro, supuestamente, igual.

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  5. Conozco algún fisioterapeuta que sustituyen al traumatólogo ,nutricionista, entrenador personal y psicólogo...El intrusismo profesional no es sólo de un masajista jugando a ser fisio, es de tener esa soberbia de ña que habla el artículo, y pensar que dominan todos los campos de la vida,mejor que otros profesionales.

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  6. Fisio para mí desgracia31 de mayo de 2019, 19:28

    Dios mío!!! Estoy muy de acuerdo con todos vuestras entradas. Pero nunca hubiese imaginado que la sintonía llegase hasta tal punto que pusieseis en el vídeo al fisio al más enamorado de si mismo q conozco, que fue para mí desgracia el director de un máster universitario,completamente fraudulento,q no cumplió ni un 20% de su programa y por el cual desembolsé la friolera de 10000euros, que me pude pagar por lo que había currado en Francia los años anteriores y q aún no entiendo cómo pretendían amortizar los chavales recién salidos de la carrera q compartieron aula conmigo.

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  7. Yo he conocido varios fisios repugnantemente prepotentes y vanidosos,por supuesto que no hay que generalizar, pero el porcentaje es tan alto.....

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  8. El mío llama paletos a los demás ,a lo mejor sólo por ser de pueblo y él es un gañán de ciudad en realidad.Es lamentable ,cotilla y prepotente

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