domingo, 18 de febrero de 2018

Los pacientes como propiedad privada

¿Dónde está el límite de la consideración sobre los pacientes? ¿Hasta qué punto podemos afirmar que un paciente es nuestro, tuyo, mío o de Periquito el de los palotes? ¿Qué significa exactamente eso de "tener una cartera de pacientes"? ¿Por qué los fisios de clínicas privadas consideran tener la patria potestad sobre los pacientes que visitan sus centros? ¿Puede un fisioterapeuta "quitarle" pacientes a otro? Puede ser éste o no un asunto espinoso a tratar dentro de los muchos de los que habría que hablar más abiertamente y, como es bien sabido, en esta página nos gusta abrir cajas llenas de truenos y mojarnos un poco, por lo que pueda no pasar. De modo que veamos algunos supuestos.


Rememorando un poco la interesante entrevista que hicimos a Vicente Lloret la falsa dicotomía paciente/cliente viene muy a colación precisamente con esta temática. Lloret nos decía que llamar al paciente: cliente, no era algo tan pecaminoso, teniendo en cuenta que su tratamiento siempre lleva asumidos unos costes ineludibles incluso aunque pertenezca éste al sistema público. Por esa regla de tres y esa visión tan marketingiana (valga la palabra) del asunto, en todo momentos somos clientes de cualquier cosa de la vida, pues casi hasta respirar nos cuesta dinero y en cualquier acción que hagamos, invertiremos algo que podemos monetizar. Por supuesto no podemos estar menos de acuerdo y no es precisamente una visión así la que necesita la fisioterapia actual, que vive presa de esta mercantilización y de una desnaturalización absoluta de lo que debiera ser una profesión sanitaria. Daría para largo este debate, pero a nosotros nos gusta basarnos más en artículos como éste, que exponen sus tres principales razones por las que el paciente no debe ser considerado (ni tratado) como un consumidor.


1. El paciente no desea estar allí.
2. El paciente no suele estar preparado en cualquier momento y no suele tener un buen conocimiento.
3. El paciente no decide siempre de manera autónoma.


Es cierto que no tiene a bien esto cumplirse en las clínicas de fisioterapia, donde muchos pacientes acuden en calidad de otro fenómeno, que sí desea estar allí y que se convierte en una entidad más autónoma, pero entiéndase que estos son principios generales de la mayoría de las atenciones sanitarias a las que nos sometemos las cuales, no tendrían sentido si la salud no sufriera de altibajos. Si además tenemos en cuenta otros factores, como la asimetría existente entre el profesional sanitario (mucho más preparado) y el paciente, o algunos principios de ética que rigen y que nos salvan de ser meros comerciales (aunque algunos se empeñen en serlo con todas sus fuerzas), podríamos estar hablando de una relación que nada tiene que ver con lo comercial. El lenguaje liberal es fácilmente derrotable con estos argumentos, pero también fácilmente manipulable con intención por aquellos que quieran tener una visión más mercantilista del mundo y de paso, menos humana. El término USUARIO parece nacer aquí para sembrar la paz en esta discordia.


Debates a parte, lo que parece claro es que el usuario es una persona. Y las personas tienen derechos, están recogidas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Pero el fisioterapeuta (o el profesional sanitario) también es una persona y también tiene los suyos. Cuando un trabajador autónomo de la fisioterapia, decide abrir su propia clínica, sabe que en ese momento emprende un proyecto ilusionante con el que aspira a ganarse la vida. Sabe que tendrá que dejarse la piel a tiras y confiar en conseguir hacer una buena CARTERA DE PACIENTES. Esta terminología de base ya empieza a ser confusa. Los hospitales públicos por ejemplo no tienen una CARTERA DE PACIENTES, tienen pacientes asignados por área o zona a los cuales tienen la obligación de atender por problemas de salud. Sin embargo las clínicas privadas tienen que sobrevivir y su supervivencia reside en conseguir que los pacientes acudan.


¿Y por qué acuden los pacientes? Por motivos de salud, sí, claro, de eso va la fisioterapia. Pero no nos engañemos, ni seamos cínicos. El pequeño empresario tiene que sobrevivir y tiene que mantener calentita esa CARTERA DE PACIENTES, que no deja de ser otra cosa que una CARTERA DE CLIENTES, que tantas empresas tienen. Parte del problema está en convertir a la salud en una empresa, cuando por necesidades de guión, no te queda otra. Al menos, en una empresa de la que el propio fisioterapeuta dependa tan directamente para sobrevivir, siendo este uno de los MAYORES PROBLEMAS actuales que tiene ahora la profesión. Si el fisioterapeuta, agente entrenado de la salud, se convierte en empresario, su ética profesional puede verse en entredicho con suma facilidad, cuando antepone los criterios económicos a los de la salud. Y a estas alturas, no nos vamos a andar con rodeos, a pesar de que hay muchos profesionales que son éticamente estrictos y cumplen a rajatabla con su profesión, otros muchos, que son mayoría, no lo hacen y se dedican a patologizar, prolongar pacientes ad infinitum, inventarse patologías y disfunciones, mercantilizar la fisioterapia y una larga serie de etcéteras que algún día analizaremos.



Con todo esto nos plantamos ante una situación: la necesidad de supervivencia del fisioterapeuta haga que se llegue a plantear que sus pacientes le pertenecen por derecho propio. Sucede y puede leerse en debates entre fisioterapeutas, que algunos profesionales consideran que el paciente sólo puede acudir a ellos y sólo debe ser así. Dice esto mucho precisamente de este tipo de mentalidad, cuando pasándose por el arco del triunfo el derecho propio de cualquier persona a decidir, creen tener la patria potestad de todo cuanto les ocurra y suceda (sobre todo si es para bien). Los fisios ven su cartera de clientes a.k.a. fuente de ingresos como algo sagrado e inalienable, pero se olvidan de algunos matices importantes.


Es curioso incluso comprobar como los propios colegios de fisioterapia ofrecen diferentes consideraciones en sus códigos deontológicos.
Tenemos por ejemplo por un lado el Artículo 18 del codigo deontológico de COFISPA:


Ningún fisioterapeuta puede derivar pacientes del centro donde ejerce la fisioterapia a servicios privados con fines lucrativos.

Según esto, sería una suerte de competencia desleal si tú, como fisioterapeuta asalariado de otro, consideras su derivación a tu propio garito, con fines lucrativos. Partiendo de la base de que cualquier persona que así lo haga es un mierda seca, quedan en el aire una infinidad de supuestos teóricos que podría uno cuestionarse. ¿Pertenece el paciente del empresario o del fisioterapeuta que trabaja con él? ¿No pertenece a nadie? ¿Se acrecienta más esta cuestión si el fisioterapeuta en vez de estar contratado cumple sus funciones como autónomo/falso autónomo? ¿Y si es el paciente el que decide en todo momento con quién quiere ir? ¿Y si el paciente lo propone? ¿Debe negarse el fisioterapeuta? ¿Y si el fisioterapeuta no ve fines lucrativos? ¿No es lo más importante la relación terapeuta- paciente?  Está claro que algunas preguntas son demasiado controvertidas, pero también lo es el hecho de que el dueño de la clínica se arrogue el derecho de disponer del paciente también con fines lucrativos




Por otra parte el Artículo 14 del código deontológico del CFISIOMAD:


El fisioterapeuta ha de respetar el derecho del usuario de decidir respecto de su cuerpo, y por tanto, su intervención ha de estar libremente autorizada y consentida por el usuario.

Si partimos de esta premisa, así como de los derechos del paciente recogidos en La ley de autonomía del paciente, diríamos que es el paciente quien en todo momento tiene la capacidad de decisión final sobre su proceso de salud, tanto deontológica como legalmente y que, por tanto, no ha lugar a debate. El paciente decidirá qué fisio quiere que le trate. Si esto atenta contra otros códigos deontológicos (e incluso quizá contra este mismo en sus artículos 22 y 23) pónganse de acuerdo las partes porque, el respeto de uno empieza donde acaba el del otro y aquí la línea nunca está lo suficientemente clara. Es evidente que hay fisios que roban pacientes a otros. Es evidente que hay pacientes que prefieren a un fisio que a otro. Es evidente que el paciente no es propiedad de nadie, aquí no rige la ley de la propiedad privada, aquí la tierra si que es de quien la trabaja.


No se entienden así por tanto esos ridículos acuerdos en los que el fisioterapeuta que trabaja con el paciente de manera autónoma/falso autónoma no perciba al menos el 70% de la remuneración total. Es él quien lo trabaja, no el empresario. Por mucho que utilicemos el lenguaje liberal, por mucho que digamos que el empresario arriesga y pone el chiringuito (la luz, el gas, el agua, etc), por mucha pereza que le pongáis al asunto hablando de que LA CARTERA DE CLIENTES y que si no se que...No dejará de ser el paciente el que finalmente elija. Porque el paciente, con cada nueva visita que te hace, te sigue eligiendo a ti, hasta que deje de hacerlo. Y aquí, queridos amigos, vuestro pretendido lenguaje clasificador se os vuelve en contra, puesto que si los pacientes son clientes, ellos son libres de decidir. Y LA MERCADOTECNIA SE PASA LA ÉTICA FORRO DE LOS... Ahí de hecho tenéis todas y cada una de las estrategias de marketing que están pensadas tanto para ganar clientes (1) como para hacérselos perder a la competencia (2) y así tener más lucro. De modo que en este lenguaje de CLIENTELA, todo vale para conseguir más y mejores CLIENTES para uno mismo. Incluso robarlos, por poco ético que parezca.


¿A que ahora os apetece más llamarles pacientes?





5 comentarios:

  1. Pacientes correctamente diagnosticados y derivados por el médico

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  2. Algunos medicos y fisios se les olvida que el paciente tiene derecho a decidir sobre su cuerpo y se pasan su opinion por el forro

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    1. Nosotros siempre decimos que cada persona es la que mejor conoce su cuerpo y por eso es fundamental la comunicación entre paciente y profesional sanitario.

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  3. Como fisioterapeuta profesional con muchos años de experiencia no me gusta nada hablar de cartera de pacientes. Los pacientes tienen la libertad de decidir a qué profesional acudir. En nuestra clínica de fisioterapia de Zaragoza trabajamos con esfuerzo y dedicación para solucionar los problemas de los pacientes. Consideramos que la base del éxito es la satisfacción del paciente, ya que si ayudamos a recuperar su bienestar el propio paciente querrá volver cuando tenga otro problema o incluso recomendarnos a su entorno más cercano.

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    1. Hola compañero. Comparto totalmente tu opinión. Desde nuestra clínica de fisioterapia también apostamos por ofrecer un trato cercano y de calidad para que el paciente se sienta cómodo y a gusto y quiera repetir. Sin embargo, la última palabra la tiene el paciente.

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