miércoles, 27 de septiembre de 2017

Entrevista a Jose Antonio Polo Traverso: Cumpliendo el sueño americano.

El doctor en fisioterapia, Jose Antonio Polo Traverso, es uno de esos pocos soldados de fortuna de la fisioterapia de su generación, que cabalgaron allende los mares hasta encontrar su lugar en tierras norteamericanas. Él si pudo cumplir su propio sueño americano, pero no por ello anda alejado ni es egoísta ante una realidad que no le es ajena, pues la tierra le tira (y le duele) en cuanto a fisioterapia se refiere. Amante hasta los tuétanos de la profesión, ha accedido libre y voluntariamente cual mozo casamentero, a concedernos una entrevista, donde poder arrojar sus pensamientos sobre su propia experiencia y el estado de la cuestión. Estábamos interesados en poder contar con esta opinión "desde fuera", seguramente más limpia que otras, al estar sujeto a yugos diferentes a los que aquí nos imponen. Desde aquí agradecemos su tiempo, seguimiento y dedicación para con nosotros, por concedernos esta entrevista

1) De la primera hornada, recién salidito del horno. Valencia 1988. Obteniendo el Summa Cum Laude. Todo un empollón que auguraba un genial fisio después. Ha llovido mucho desde entonces pero ¿cómo era estudiar fisioterapia en Valencia en aquellos años?

Debo comenzar diciendo que salí de la tercera promoción de la Escuela Universitaria de Fisioterapia de Valencia, la primera escuela pública que le apostó por la Fisioterapia en España. En esta escuela se juntaron gente muy competente de toda España, chavales muy listos con más ganas de aprender que muchos de los profesores que les pusieron por delante. Comentabas acerca del Summa Cum Laude (¿cómo os habéis enterado de esto quisiera yo saber?) y os doy un detalle: accedí a esta escuela con un 9.8 de media entre bachillerato y la prueba de selectividad... ¡entré el noveno de 65 alumnos! De buenas a primeras me encontré rodado de gente muy brillante, gente que me dejaban académicamente hablando y sin proponérselo, a la altura del betún; a ellos les sigo llamando amigos a través de la distancia y los años, gente que me enorgullece conocer desde que puse el pie en Valencia y que cuentan con mi eterna amistad y mi admiración allá donde se encuentren. 


El profesorado de 1985, previsiblemente, hizo lo que pudo con lo que tenía a mano. En la época que Mecano hacia furor la anatomía se estudiaba con dibujos en la pizarra, atlas anatómicos y belorcios que nos fabricábamos nosotros mismos. Las copisterías de la calle Blasco Ibáñez no daban abasto para fotocopiar libros que ya estaban anticuados cuando se publicaron en la década de los setenta. Las prácticas clínicas se completaban con bancos de Colson y pesas de hierro, jaulas de Rocher con sacos de arena, espirómetros con cilindros de cartón y electrodos de plomo; todo muy elemental, como si la Universidad no tuviese la pasta para adquirir material moderno o no le diese la gana gastársela en futuros fisioterapeutas. Al alumnado no se le escapaban los detalles: las diapositivas oscuras y a menudo ilegibles, el material educativo que brillaba por su ausencia, el rodar por aulas prestadas sin saber bien donde sería la próxima, los profesores que no aparecían por su clase sin más explicaciones. No dudo de la buena voluntad de los que se vieron en un brete y mordieron más de lo que podían tragar; me consta que muchos de ellos le echaron un par por aquello de la vergüenza torera, pero no puedo decir lo mismo de otros fulanos a los que vimos trabajar menos que los Reyes Magos. Las cosas como son.

Al final salimos por la puerta en 1988 con un título bajo el brazo, más preguntas que respuestas y ganas de comernos el mundo. El resto es historia.

2) Especialista en terapia manual ortopédica, miembro de la academia americana de esta disciplina, doctor por la Upstate Medical University, Coordinador de fisioterapia en el Hospital Robert Packer de Pensilvania. Eres un espejo en el que cualquier fisioterapeuta le gustaría verse reflejado, ¿cuáles han sido los mayores retos de tu vida profesional?


Sin lugar a dudas el mayor reto al que me enfrenté en su día fue aprobar el Examen Nacional de Fisioterapia, un requisito indispensable para practicar nuestra profesión en Estados Unidos. Tal fue el calibre del desafío que este fue el primer examen que suspendí en mi vida y supuso una experiencia difícil de olvidar. Reflexionar, sacar fuerzas de flaqueza, estudiar aún más y presentarme de nuevo fue muy duro a nivel personal teniendo en cuenta que no tenía recursos económicos para continuar si volvía a suspenderlo. Aprobarlo supuso el comienzo de mi nueva vida en este país.

Recuerdo otros momentos difíciles; mi primer coordinador clínico me llamó a su oficina, muy amablemente me pidió que me sentase y me preguntó si yo me había graduado el último de la clase en España porque a su juicio yo no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Forrest, así se llamaba mi jefe, me dijo que me había visto tratar a mis pacientes con dedicación y poniéndole muchas ganas ,pero que sospechaba que yo no tenía ni pajolera idea de cómo diagnosticar una lesión del manguito rotador, de los efectos de las medicaciones que tomaban mis pacientes o de cómo se movían las facetas articulares del cuello, por poner un ejemplo. Summa Cum Laude y siete años de trabajo en España para que venga este hombre y me saque los colores. Forrest me dijo algo que desde entonces repito por bajinis a quien quiera oírlo: los fisioterapeutas resuelven los problemas con los que se enfrentan con el cerebro, no con las manos. Piensa más, me dijo, y soba menos.   

Sinceramente, salir de casa a las seis y media de la mañana y trabajar un día más en Robert Packer Hospital es un desafío diario, sobre todo en invierno cuando la nieve y el hielo hacen de las suyas. Revisar historial, examinar, evaluar, tratar y documentar mi intervención con todos mis pacientes es un proceso exhaustivo que conlleva el riesgo de que vuelvas a casa buscando la ginebra peleona tras once horas diarias de ajetreo. Tratar, documentar, reunirme con los equipos de trauma o neuro, actuar como instructor clínico de alumnos y compañeros de trabajo llena mis días con una facilidad pasmosa. Entender y corregir en la medida de lo posible los trastornos vestibulares me parece un aspecto muy interesante de nuestra profesión y es el reto académico al que más atención le dedico hoy en día.



Completar el doctorado en Upstate y el Fellowship en Terapia Manual fue hacer realidad la promesa que le hice a mi amigo Forrest aquel día de 1995. A ese hombre le debo mucho por no haberme puesto de patitas en la calle aquel día.

3) ¿Qué hace un fisioterapeuta gaditano viviendo y trabajando en Estados Unidos? ¿Cómo fue el proceso? ¿Cómo se llega hasta allí?

Como dijo Julio Iglesias, aquí llegué "por el amor de una mujer" y aquí me quedaré si las cosas no cambian mucho; Joaquin Sabina lo llamaría “líos de faldas” y Loquillo diría algo del rock&roll y la rubia del Cadillac. La verdad es que yo no tenía intención alguna de trabajar este país pero aquí acabé y no puedo arrepentirme de ello. El proceso es complicado y estoy encantado de compartirlo con vosotros, sin ir más lejos hace muy poco la Asociación Española de Fisioterapeutas (AEF) me pidió que les contase lo mismo para publicarlo en su revista El Fisioterapeuta y así lo hice. Recomiendo a vuestros lectores que le echen un vistazo cuando tengan un momento.

4) ¿Qué le dirías al fisioterapeuta español que quiera probar fortuna allí?

Este país no es para todo el mundo. Hacer vida a la española es incompatible con las costumbres sociales y la ética laboral. Ser fisioterapeuta en Estados Unidos es un reto diario y requiere entrega total a la profesión los siete días de la semana. ¿Vas a llegar a casa pronto? Cuando acabe con el papeleo, déjame la cena en el horno. ¿Nos vamos al cine? Cuando acabe de leer lo que JOSPT acaba de colgar. ¿Vienes a visitarnos a España para el puente de la Inmaculada? No me acuerdo donde queda ese puente. ¿Vas a otro curso? Tengo que completar las 30 horas anuales para poder trabajar.  Trabajas este fin de semana? Si, que mala suerte, tengo que cubrir pacientes hospitalizados seis o siete veces al año.  

Bromas aparte, aprender inglés es impepinable o de lo contrario tienes el futuro más negro que el sobaco de un grillo. Para aquellos cuya situación económica o familiar se lo permita recomiendo estudiar Fisioterapia en una universidad norteamericana, apoquinar la pasta y sacar becas de estudiante para salir de la facultad con un doctorado bajo el brazo.  

5) ¿Qué diferencias SUSTANCIALES puede haber para la profesión entre EEUU y España?

Esta pregunta tiene una respuesta fácil: nuestra tasa de desempleo es del 0.2%. Esa cifra en si misma debería dar una idea general de las diferencias entre uno y otro país. 

Los fisioterapeutas norteamericanos estamos bien considerados dentro del estamento sanitario pero nos queda mucho por hacer para eliminar contradicciones profesionales. Así, los fisioterapeutas podemos y debemos proponer un diagnostico clínico pero no podemos ordenar pruebas diagnósticas, sabemos de fármacos pero no podemos recetarlos, podemos sacar conclusiones de una resonancia o una radiografía pero no somos radiólogos, somos doctores pero no en medicina, trabajamos más horas que un cirujano pero ganamos mucho menos. 

Tal vez la diferencia más llamativa se centra en la documentación exhaustiva y diaria de todas y cada una de las intervenciones con todos los pacientes. Esto lleva tiempo y esfuerzo, sabiendo que te la juegas si no documentas con el rigor y precisión que requiere el ambiente médico-legal norteamericano; en este país no tenemos donde refugiarnos cuando metemos la pata hasta la sacroiliaca, no tenemos facultativo tras el que ocultarnos ni poder decir que nos ordenaron hacer algo que sabíamos de antemano era peligroso/inútil/ineficaz/. Cuando te llevan al juzgado vas cogido de la manita de tu abogado y vas a responder de tu actuación profesional, de lo que hiciste y de lo que deberías haber hecho, esa espada de Damocles está siempre presente en el subconsciente de cualquier fisioterapeuta. 



La remuneración por nuestro trabajo, el arraigado compromiso con las asociaciones profesionales, el papel que juegan los Licensing Boards en este país, la consideración social de nuestra profesión y el mercado abierto a la práctica privada son asimismo diferencias importantes. El insulto repetido de remunerar "sesiones" de fisioterapia a 3 dólares por parte de compañías de seguros sería inconcebible en este país; de la misma forma, trabajar para rellenar el expediente y moverse menos que los ojos de Espinete es receta de fracaso seguro aquí. La competencia es feroz (a veces entre los compañeros de un mismo departamento) y aquellos que eligen no estar al día se encuentran muy pronto buscando trabajo elsewhere. Trabajo hay pero no siempre el que te gusta o donde lo prefieres.

6) Tu visión externa te permite haber cogido distancia y no estar posicionado a la hora de opinar. Eso te convierte en uno de los entes fisioterapéuticos más libres a la hora de decir lo que piensas sobre fisioterapia, mojándote en todo y siendo una voz de referencia para muchos. ¿Cómo ves la situación de la fisioterapia en España desde ese prisma?

La Fisioterapia en España requiere trabajo muy duro y por parte de todos para resolver situaciones dramáticas que estáis viviendo a diario. La situación de los que se encuentran atrapados en trabajos de falso autónomo clama al Cielo, las sesiones de Fisioterapia a 4 euros son inaceptables y representan una bofetada en la cara a todos los fisioterapeutas que se visten por los pies, la tasa de desempleo es alarmante y requiere atención inmediata para corregir la precariedad laboral galopante. Temo que estos problemas no tienen solución fácil ni vamos a encontrar silver bullets para arreglarlo de un disparo certero en un país donde cada uno va, como dice un amigo mío, a su puta bola. Tristemente los fisioterapeutas nos hemos distinguido por el ande yo caliente quevediano: saca la plaza en propiedad, enchúfate en la universidad, a vivir que son tres días y lo de la formación continuada lo dejamos para cuando encuentre un congreso en Canarias. Nos asociamos a regañadientes, a las asambleas de los colegios van cuatro gatos y son muy pocos los que dedican tiempo al crecimiento y beneficio de la profesión. Ese pasotismo generalizado durante décadas, esa ausencia de pundonor profesional, ese despropósito ha venido de la mano del nepotismo descarado que nos sigue sacando la lengua desde las instituciones y facultades españolas, de la desvergüenza de los que han trincado pasta gansa en instituciones y se han dado el piro por la puerta de atrás, de los que se ganan la vida vendiendo cursos con la evidencia científica del horóscopo del ABC. Todo dentro de un sistema de sanidad pública que no valora la formación continuada del individuo, que se atiene al sistema de trienios, en la que un rehabilitador se gana la vida diagnosticando algias y no exige excelencia clínica ni a Rin Tin Tin. O sea, despiporre general y sálvese el que pueda. 

Debemos poner punto final a esa indolencia generalizada si queremos mover la Fisioterapia en España hacia adelante a pesar de los muchos obstáculos y los enemigos declarados que nos zancadillean por el camino. Tenemos gente muy buena que está en ello, gente que sabe lo que se hace pero que necesita ayuda. El proceso es lento y requiere que todos los fisioterapeutas, desde la cúpula del CGCFE hasta el recién egresado que se va a comer cinco años de paro, responda a una misma entidad que nos represente, nos proteja y de buena cuenta de los que nos quieren mal. Soy un defensor del papel que los colegios y las asociaciones hacen en España, papel que se desarrolla tras las bambalinas y que muchas veces nadie ve ni aprecia; esas instituciones están ahí para servir a los fisioterapeutas y estos deben, sin lugar a dudas, responder con participación activa y solidaridad profesional.


7) Siempre sustentas una voz crítica y razonada a muchas cuestiones de la fisioterapia nacional, parece que la tierra te tira, innegablemente. ¿Cuál es tu opinión sobre el reconocimiento que se le da al fisioterapeuta en nuestro país?

Pienso que el fisioterapeuta no está suficientemente reconocido en España mayormente porque el estamento médico nunca nos ha tomado en serio y de paso, muy a mi pesar, porque los fisioterapeutas llevamos décadas vendiéndonos pobremente. Vamos avanzando y veo la situación mejorar cada año. Conozco a fisioterapeutas españoles serios, capaces y con prácticas basadas en evidencia; conozco fisioterapeutas que se parten la cara por la profesión tras el escenario firmando contratos, defendiendo la profesión en los ministerios y haciendo el trabajo sucio que nadie quiere hacer y eso me da ánimos para seguir siendo optimista y apostar por la evolución positiva de la Fisioterapia en España.

8) ¿Qué opinas del exceso de universidades privadas que hay en España y que están generando un número desproporcionado de titulados? ¿Por qué ninguna entidad institucional de fisioterapia habla claramente de este problema?

Mi sincera opinión es que tenemos un exceso de universidades en España. No quiero entrar en dimes y diretes a santos de quien tiró la primer piedra, si la facultades privadas para suplir la deficiente formación de las públicas o las Comunidades Autónomas que decidieron que todo quisque debería tener una Facultad de Fisioterapia a la vuelta de la esquina. El caso es, y que me corrija el respetable si me equivoco, que el mercado actual español está saturado de fisioterapeutas y, en consecuencia, tenemos miles de fisios parados o sobreviviendo con ingresos económicos miserables. ¿Cuántos nuevos egresados salen a la calle cada año con el título debajo del brazo? ¿Cuántos acaban de mileuristas y se dan con un canto en los dientes?



La indefensión del fisioterapeuta en el mercado laboral actual me parece extrema, llegando a darse los lamentables casos de sesiones a 4 euros, contratos de falsos autónomos que ni llegan al mileurismo y explosión de clínicas privadas que tratan de ganarse el pan ofreciendo platos combinados terapéuticos, menús económicos para el consumidor sanitario que me dejan con las patitas colgando: quiromasaje, pilates, cuencos tibetanos, flores de Bach, manipulación visceral, cupping, masaje profesional profundo, realineación energetica, reiki, tarot, quiromancia y por cada tres sesiones regalamos otra de ultrasonidos en las chakras. Hago chacota del asunto pero en el fondo comprendo que así lo hagan porque de algo hay que comer y las facturas no se pagan solas. Más cornás da el hambre, como dijo el Cordobés.

¿Soluciones? Establecimiento de números clausus rigurosos en el sistema de admisión hasta que el mercado laboral sea capaz de absorber a los que se gradúan, curriculum lectivo riguroso y procesos de graduación exigentes estilo Parris Island. Irse a Francia no es una solución al problema. Pasarse la vida haciendo cursos para trabajar en un chiringuito de mala muerte tampoco. ¿Qué así no se arregla? Cerrojo a las Facultades públicas y privadas hasta que la tasa de paro de los fisioterapeutas baje del 5%. ¿Alguien tiene una solución mejor? Que se levante y haga algo.

9) ¿Cuáles son, en su opinión, los retos futuros que debe afrontar la fisioterapia española?

Tenemos asignaturas pendientes. Cuando no llegamos a ponernos de acuerdo nosotros mismos sobre quiénes somos, que hacemos, que competencias profesionales tenemos y en qué dirección debemos caminar es difícil que la sociedad o las profesiones sanitarias nos reconozcan y que la profesión avance. El primer reto debe ser que nos reconozcamos nosotros mismos.

Tenemos otros retos que no son moco de pavo: profesiones afines que nos disputan la prescripción del ejercicio terapéutico, escuelas de osteopatía que se pasan por el arco del triunfo la evidencia científica, intrusos playeros, fisioterapeutas ofreciendo contratos leoninos a sus compañeros de profesión con tal de ganar pasta, instituciones nacionales y autonómicas que nos agrupan bajo la dirección de los enfermeros, estamentos médicos que nos consideran masajistas glorificados, instituciones que nos impiden examinar y diagnosticar al paciente, fisioterapeutas mileuristas que las pasan canutas para llegar a fin de mes, universidades a porrillo salchicheando egresados, pseudociencias amparadas por fisioterapeutas y otras criaturas terapéuticas…. Me cuesta trabajo elegir el ejemplo más sangrante. 


10) ¿Qué opinas del empleo masivo de kinesiotaping? ¿Algo que decir sobre la osteopatía visceral? ¿Qué opinas de las técnicas de inducción miofascial? Nos gustaría conocer tu opinión por encima de su criterio fisioterapeutico a la hora de valorar cada nueva moda que aparece.

El kinesiotaping como revelación divina para la curación de todo lo que se le ponga por delante a un fisio me parece una tontería como la copa de un pino; no dudo de su efecto psicológico en atletas que buscan tener cualquier ventaja sobre el oponente, tal vez de ahí que los atletas de los últimos juegos olímpicos parezcan pavos reales con tanto esparadrapo de colorines. La manipulación visceral me parece huérfana de evidencia científica peer reviewed patanegra 5 jotas, lo mismo que el reiki y las cartas astrales; me parece extremadamente sintomático y perfectamente ridículo que gente respetable de chaqueta y corbata siga vendiendo manipulaciones viscerales y movilización de los huesos craneales… ¡y que la parroquia se lo siga creyendo! Alucinante.



De la inducción miofascial no puedo opinar porque no tengo ni idea de lo que es y no he leído nada al respecto, ¿lo dejamos para otra vez?


11) Por último, y no menos necesario. ¿Tiene algo que ver tu apellido con cierto músculo del abdomen?

Por supuesto. Lo nombraron tras un antepasado mío, Julius Polus Transversis.


Mil gracias Dr. Polo Traverso. 
Podéis encontrarle navegando por los canales del Twitter como @gaditamericano


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