lunes, 10 de mayo de 2021

Salir de la osteopatía es posible: guía de ayuda.

Sí, bueno. El titular es pretencioso, lo sé, pero vivimos en una era en la que nos gastamos una doble moral de campeonato. Por un lado vamos de políticamente correctos por la vida y por otro, buscamos "maximizar el impacto de nuestras actuaciones", que no es otra cosa que un eufemismo liberal moderno para justificar el todo vale para conseguir audiencia. Este blog, que lo mismo da tanto si lo lees como si no, más allá de pretender sonar hiperbólico en sus planteamientos siempre correctos, para conseguir unos supuestos lectores, no consigue sus objetivos tanto como gustaríamos, así que permitidnos esta licencia para deciros que sí, que se puede. SÍ SE PUEDE. Se puede salir de la Osteopatía, se tiene derecho a equivocarse y rectificar, que dicen que es de sabios, se tiene derecho a tropezar varias veces con la piedra en el camino que talló Andrew Taylor Still y cuyos acólitos se encargaron muy bien de dejarla en medio de todo, a ver si teníamos los arrestos suficientes como para pararnos a picarla, esquivarla, destruirla...o como más nos gusta hacer, parece, contemplara cual monolito, sólo que sin pensamiento mediante.


¿Por qué estudiar fisioterapia si con 18 años no sabes lo que es la fisioterapia? Tampoco con esa edad nadie tiene bien integrado el concepto de la ciencia, el método científico o la importancia del mismo. Quizá sí que se puede tener más interiorizada la idea de profesión sanitaria o se puede tener una vocación de ayuda al prójimo, mezclado con el gusto por la biología humana. Sea como fuera, salvo que vinieras de una familia de fisioterapeutas, lo más probable es que desconozcas profundamente lo que esta profesión es. Antes de que los salarios te inviten a huir de esta trampa, te verás inmerso en los estudios de una disciplina que ya no es joven, que tiene cruda su salida en el ámbito donde le gustaría estar por el inepto egoismo de unos pocos, y cuya capacidad de progresión se ve limitada por su propia génesis. Y así, sin saber con profundidad y certeza que lo que estudias es una ciencia, o "aspirante a ciencia" en muchas ocasiones, recorres el peregrinaje de la universidad.

Cuando ya te has titulado y tienes en tu haber la capacitación para ejercer una ciencia de la salud regida por un método científico, saltas en pelotas al mundo laboral y te encuentras, además de con un salario vergonzante, con la incapacidad para dar respuesta a los diferentes seres humanos que a ti acuden con su problemática funcional. El ignorante perpetuo que debieras ser puedes convertirlo entonces en un infatigable estudiante, prolífico investigador, meticuloso clínico y...mejor persona. Lejos de valores antipáticos que toda disciplina sanitaria debiera tener, lo suyo es que, aplicando el criterio de humanización que debe regirlo todo (y que ahora tratan de vendernos como si nos fuera algo ajeno), te acerques a la empatía, al piel con piel, a la sensibilidad interpersonal, al cariño por cuanto haces y al dar para no recibir. Esta utopía puede detenerse entonces sí, abrumado por esa perpetua ignorancia que siempre tendrás, decides escoger la senda de la soberbia en fisioterapia y cerrar tus puertas al conocimiento, quizá cegado por la imponente presencia de alguna entidad mágica (y poco o nada científica) que te quiere regalar la seguridad que, lógicamente, no tienes. Esas entidades permiten camuflar tu soberbia bajo su conocimiento y, ojo, te exigen tenerlo para después, poder ser esa voz autorizada que en realidad nunca fuiste ni serás, en tanto elegiste el camino más cómodo.

Si en ese punto que describo tienes (o te han inculcado) el suficiente pensamiento crítico racional como para despertar en tu mente la suficiente energía que te permita tomar distancia de la situación que se te plantea para, con tranquilidad y aire fresco, dilucidar si aquello que ves tan terapéuticamente mágico, son gigantes o molinos, podrás aún salvarte de un estrépito comunal y traicionero: el de formar parte del sindiós de puertas endebles, semiabiertas, que quieren todo el rato cerrarse ante ti y no dejar pasar la limpia corriente de la ciencia. Recuerda, fisioterapeuta, vienes y eres una profesión científica. El soldado, besa la bandera de su país, el artista, manifiesta su estética sin que medie raciocinio...y tú, fisioterapeuta, eres un defensor de la ciencia. Eres ciencia. Ya nada te libra de eso, ni te librará. Y creemé, es una puta bendición.


Vale sí, ¿y que pretendes decirnos a aquellos que no seguimos el camino de la ciencia en ese punto? ¿Que somos tontos? ¿Somos culpables?  ¿Somos traidores?
No, claro que no, nada de eso. No sois más que víctimas.

El otro camino es el fácil. Dame algo que me permita no pensar. Algo que, una vez haya hecho mi esfuerzo, me de la notoriedad suficiente como para establecerme para siempre. Quiero mi zona de confort. Estoy hasta el yeyuno de esta precariedad, estoy harto de no encontrar respuestas en el paciente motivadas por eso que llamas ciencia...

¿Quién te dijo que las ibas a encontrar?

Estoy desmotivado, porque esta profesión son cuatro cosas y yo valgo para mucho más. ¿Qué quieres que sea? ¿Un aplicador de ultrasonidos?

No...no. ¡Espera!

Pues por eso opté por EL CAMINO, porque es el único seguro y, aunque me cueste el mismo dinero que salario ingreso, sé que cuando acabe seré alguien respetado. Me da igual, la ciencia es laxa, está eso que abanderamos como el adalid de la gran verdad, eso de la evidencia clínica...a eso me aferraré, será mi verdad y mi bandera, y mis pacientes saldrán a defender mis resultados.

Clic

Se puede volver. Y no, no lo digo con la mala intención de otras veces...Se puede salir, es muy difícil, pero se puede.


Es duro invertir tu dinero y cinco o seis años de tu vida en estudiar una disciplina sin un fundamento científico fuerte para luego caer de bruces y que una panda de gilipollas en redes sociales te estén diciendo que lo que haces no funciona. No. Porque sabes que no es cierto. Sabes que sí que funciona porque tú lo has visto funcionar, lo has visto con tus propios ojos, has escuchado el clac con tus propias orejas y le has colocado algo. ¿El qué? ¿Una vértebra? ¿Una mentira? ¿Un miedo? Lo que sea que le colocaras, se lo lleva el paciente. Así una y otra vez....¿Por qué vas a salir de eso? Si te da la mayor parte del dinero que esta profesión te deniega.

¿Alguna vez te educaron en el método científico? ¿Te explicaron el valor tan crucial que ha tenido para el progreso de la humanidad? ¿Eres consciente de que ahora me lees on-line porque hubo quien aplicó el método científico muchas veces antes para que ahora disfrutes de esta comodidad? ¿Preguntarte a ti mismo estas cosas es demasiado fatigoso? Ok, deja aquí la lectura.

Has seguido, ergo sum. Salir, te decía, salir de ahí se puede. No pienses que eres un loco, que tienes que pedir perdón y rendir pleitesía a los que te tratan de decir, siempre con un lenguaje bélico, que lo que estás haciendo es una puta estafa. Tú haces tú trabajo y eso jamás será una estafa. Sin tu saberlo, es tu trabajo el que empodera esa estafa pero, ¿por qué? ¿Te estafan esos profesores conscientemente? No, claro que no, ellos creen en eso, todos creemos en algo. Necesitamos creer en algo para tener esperanza. Ese catalizador de energía que te permite reconciliarte con la profesión que ya no reconoces, una y otra vez, es esa formación sobre la tierra prometida...pero eso no va de creer. Sigues sin entender que en el método científico no se cree...Y puedes incluso encontrar fisuras en él, y discutirlo, elevarlo a la metafísica conceptual, cuestionar su propio paradigma, porque te lo permite. Cuestionar las cosas, no creerlas porque sí, no aceptarlas sin rechistar....


Ya no nos queda de eso, hermano, hermana. ¿Qué fue de aquellos que pensaron cosas diferentes al resto? Vale, ni si quiera te pido que hagas el esfuerzo de abandonar tu zona de confort, solo te pido que me leas, una vez más, hermano, hermana...

Estamos todos en esto y tenemos un gran problema. Una gigantesca piedra se h plantado en mitad de nuestro camino. Dice ser otro camino. Dice ser un muro en el que estamparse. Dice ser el gran obstáculo a rodear antes de continuar. Dice ser la enorme mole que empieza a rodar hacia abajo, que promete aplastarte con tu insensatez por cuestionar su divinidad. Pero entonces te paras y lo ves. La piedra sigue quieta, pero sigue en el camino. Cae un pico de alguna parte, puede que te lo de alguien que pasa por allí, algún compañero ignorante como tú que ha conseguido esquivarla. Ese alguien es un amigo, o un colega. Y empiezas a picar la piedra. ¡Es una puta locura! ¡Joder! Está durísima. Sí claro, ¿cómo no? Si está hecha también de camino. Porque dicen que un día también fue camino. ¿Cómo vas a poder destruir algo así?

Está claro que no puedes, no podemos. Porque aún cuando lo intentas hay otro que la mira, la protege y desafiante te dice:

- Esta, es la puta piedra. Siempre ha estado aquí. No la cuestiones. La puta piedra, entiendes.
- La puta piedra- repites.
- La piedra.

La piedra. La piedra. La piedra....

Se puede salir. No hay un camino mejor, pero...eres ciencia.

Sólo puedo prometerte una cosa. Al otro lado sólo debemos recibirte con el mismo abrazo con el que nos recibieron los demás. Porque si no, también estaremos sujetando la piedra.


La puta piedra.
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Clic.

¿Sigues ahí?

No he terminado. Ahora viene lo explícito:

Entiendo que es muy difícil abandonar una disciplina, de lo que sea, que te ha servido de ayuda, de arma terapéutica durante tanto tiempo. Una disciplina que además, bajo un riguroso sistema de aprendizaje anatómico y funcional, que lo blinda de una apariencia formal y científica, esconde en su interior un arsenal de ideas irreverentes que no pasan por ninguno de los filtros y comprobaciones que a toda ciencia deben exigírsele. Es por eso que lo llamamos pseudociencia. No por gusto, sino porque no se rige por la ciencia, pero pretende serlo. Los preceptos de la osteopatía han demostrado no funcionar por lo que dicen funcionar. No. La estructura no gobierna la función. No. No existe el poder de la autocuración como está definido. No. No hay ninguna ley orgánica de la arteria, es falaz y está demostrado. No. Las personas no colocan vértebras con sus manos, no desplazan los huesos del cráneo, no controlan las fascias, no mejoran vísceras a distancia. No. No. Es una patraña. Una patraña muy bien tejida, una pseudoterapia lógica para su tiempo, el siglo XIX. No ha conseguido demostrar nada que no vaya más allá de los mismos preceptos neuro fisiológicos que sí han demostrado muchas técnicas de terapia manual. La osteopatía, cuando se le aplica la ciencia, se queda en ...fisioterapia. Porque la ciencia es la fisioterapia.

Nadie, nunca, ha sabido responder a la siguiente pregunta. Si a la osteopatía le quitas sus principios (obsoletos y falsos), le quitas la parte visceral y craneal (idem) y dejas lo poco que ha demostrado a nivel estructural, ¿qué la diferencia de la fisioterapia? Si conviertes la osteopatía en una ciencia manipulativa que actúa con principios físicos, exactamente de la misma forma que lo hace la fisioterapia ¿DONDE ESTÁ LA DIFERENCIA?


Yo no soy capaz de explicar el daño que nos hace la osteopatía a los profesionales de la fisioterapia. He escuchado en ocasiones exposiciones de compañeros, charlas, ponencias...que dan verdadera vergüenza ajena. No querría juzgarlo más. Querría pasar página y, de corazón, dar una oportunidad. O las que hagan falta. De la osteopatía claro que se sale, basta con apostar por uno mismo. Basta con destruir los principios integradores de una creencia. Las otras profesiones sanitarias no podrán nunca tomar en serio nuestras reivindicaciones si mientras exigimos la presencia que merecemos, estamos por detrás jugando a los falsos médicos, demostrando nuestra sobrada sapiencia anatómica para enmascarar las más inconexas ideas. Yo me niego a pensar que los fisioterapeutas no escuchen algunas afirmaciones y, ni por un pequeño momento, cuestionen la realidad de lo que les cuentan. Y, lo más importante, sé que es difícil asumir haber invertido...¿cuanto? ¿5000€? ¿8000€? ¿10000€? Anuales....durante cinco o seis años. ¡Qué se yo! Para luego tener que retroceder lo andado, enfrentarse a lo establecido, cagarse en los muertos de quien en su día menospreció tu devenir científico para hacerte comulgar con la feligresía acrítica.

No te odio compañero. Te disgusta mi actitud hostil hacia las pseudociencias, y lo comprendo. Yo tampoco sé enfrentarme de otra forma. Tengo que aprender. A mí me disgusta mucho lo que haces porque te aprecio y no entiendo que no lo entiendas. No entiendo que pierdas ahí tu dinero, tu tiempo y tu honor profesional. Me disgusta por no poder abrirte los ojos, yo, que no te pido a cambio ni un sólo €uro de tu bolsillo. Es más, los invertiría yo en una buena cena de celebración. No te odio, quiero que salgas. Quiero que seas tú el que un día me digas que ya está, que se acabó. Apelo incluso a los sentimientos, apelo a saber que me has ayudado en esta carrera, que me has puesto escalones cuando más hundido estaba, que me has abrazado para que no lo dejara. No puedo odiarte, porque eres parte de mí y de la profesión que elegí. Si no puedes pensar en todo lo que te digo, piensa al menos sólo en ésto.

La osteopatía ha muerto, y en cuanto te des cuenta, esa piedra será un guijarro.

4 comentarios:

  1. No se puede explicar mejor. ¡Gracias por la entrada!

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  2. Los beneficios de la osteopatía ​son numerosos, y pueden observarse buenos resultados a corto plazo. Entre los beneficios más notables, encontramos el equilibrio entre músculos y sistema nervioso, lo que mejora, de forma notable, la estabilidad y el equilibrio del cuerpo, reduciendo la probabilidad de sufrir lesiones.

    Además, al tratarse de un tratamiento poco invasivo, no es doloroso y el paciente no tendrá que consumir fármacos. La osteopatía trata las patologías desde su origen, esto es muy beneficioso, ya que mejora el estado general del paciente y, por tanto, su calidad de vida

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  3. A los talibanes de la ciencia os pagan las farmacéuticas o salis así de tontos de la universidad?

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  4. Talibanes de la ciencia! Jaja. Me ha encantado

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