martes, 20 de diciembre de 2016

Las distintas generaciones de fisioterapeutas: Segunda hornada

Hasta 1996 la fisioterapia había sido esa carrera joven, o niña más bien, que había sufrido una rápida conversión, desde su escisión de la propia enfermería hasta su consolidación como diplomatura propia en 1982. Casi desconocida, su popularidad se acrecentaba año tras año, las distintas promociones de las pocas escuelas universitarias que ofertaban la carrera iban saliendo y dando mucho que contar sobre lo que hacían. Todo parecía un camino de rosas para una profesión novedosa, que abría campos de actuación de manera incesante, que ofrecía el pleno empleo y una consideración interesante en el vecindario, si bien no se había despegado del vetusto tufo de la plena subordinación médica. Y todo venía siendo así hasta 1996, pero, ¿por qué  hasta ese año? Es sencillo de explicar.




En realidad aquel año no hubo ningún cambio radical, aunque así algunos hechos de importancia que condicionarían el futuro de la profesión y marcarían una primera zanja generacional. Decíamos que en 1996 existían 5557 fisioterapeutas nuevos diplomados en toda España, a los que habría que sumar los otros cuantos, no muchos, antiguos ATS reconvertidos a fisios. También había un total de 18 escuelas que impartían la titulación, de las que a penas 2 eran privadas. La escuela universitaria Gimbernat, de San Cugat del Vallés, había sido la primera en hacerlo a partir de 1985, sólo 3 años después que Valencia. Sin embargo en el curso 1997-1998 aparecieron de golpe 6 nuevas escuelas de fisioterapia, y el número de diplomados ascendió en esos 10-12 años hasta los 10.036, un incremento del 136% (Oh my fucking God!). Si bien la necesidad de crecimiento de la profesión era más que justificada, pues seguía existiendo fuerte demanda, la manera de hacerlo comenzó a ser desproporcionada a partir de ese año y las consecuencias comenzaron a pagarlas los representantes de esta segunda hornada. El paro había nacido en la profesión y esta dinámica no había hecho nada más que empezar.


Paralelamente, la experiencia 1986-1996 había servido para demostrar las bonanzas de la fisioterapia como profesión, una carrera sanitaria rapidita que garantizaba trabajo y futuro, era un reclamo brutal para los jóvenes. Este hecho propició que la nota de corte de acceso universitario subiera más que la prima de riesgo, y se colocara durante la década siguiente, como la más alta de todo el país, durante varios años, por encima de medicina o de distintas ingenierías muy populares. Además, los medios de comunicación se hicieron eco de la noticia, lo cual llevó la carrera hasta la estratosfera de la excelencia. La gente de la segunda hornada es por tanto gente altamente cualificada y calificada en COU y en selectividad, gente brillante y muy inteligente en sus estudios. Para entrar en fisioterapia había que ser listo entre los listos, sacar 9 sobre 10 en muchos casos, y mucha gente se veía relegada a otros estudios, por faltarle de ese plus especial de empollonismo. Los hijos no listos de los ricos, reclamaron entonces su lugar. Ellos también querían ser esa profesión joven y moderna de grandes expectativas, y si la excelencia era el motivo, el dinero solucionaría todo lo demás. Esto provocó un efecto llamada de nefastas consecuencias, la creación de INFINITAS escuelas privadas que ofertaron la titulación y que hoy en día son epidemia. A día de hoy en Cataluña hay 12, en Madrid 11, en Andalucía más de 5... Pero no adelantemos acontecimientos, en el periodo 1996-2005 no había tantas, solamente se iban creando paulatinamente y empezaban a colapsar el mercado.



También a partir de 1996 empieza la creación de los colegios profesionales de fisioterapia a lo largo y ancho del territorio nacional. ¿Cómo fue esto posible? El 19 de abril de 1969 se crea la AEF(Asociación Española de Fisioterapeutas) y posteriormente, la ley 2/1974 sentaba las bases para la formación de colegios profesionales, todo ello todavía con Franco vivito y coleando, sin ingresar en un centro de día donde le procuraran tratamiento de fisio para su parkinson, y lobotomía para lo de su cerebro. Cuando todo camino parecía abrirse en la profesión, la irrupción de la democracia, con su famosa Transición, la creación de la Constitución y el nuevo rumbo de las leyes, con los sucesivos gobiernos hicieron retrasarse necesariamente algunos asuntos. Quizá demasiado a veces. En este caso no fue hasta 1995, cuando la AEF se planteó la necesidad de formalizar de una vez la creación de los colegios profesionales de fisioterapia, al amparo del artículo 36 de la Constitución Española, si bien 10 años antes había habido distintas iniciativas en distintas Comunidades Autónomas, que quedaron sin respuesta, quizá por falta de conformación en las administraciones respectivas (caso de Galicia, por ejemplo). Por todo ello, entre 1996 y 1997 van naciendo los distintos colegios de fisio, hasta el total de 17 que existen hoy en día. Nacieron a través de las Juntas Gestoras que nombró la propia AEF a través de sus distintas delegaciones, que después convocaron elecciones a juntas de gobierno colegiales, tal y como las respectivas leyes autonómicas marcaban. Todo muy cortijero como veis, o estabas en la AEF o no estabas en el ajo, y así continúa siendo a día de hoy, pero a pesar de ello todo muy necesario también. ¡Preparaos para un sinfín de 20º aniversarios que nos esperan!





Pero volviendo a la segunda hornada de fisioterapeutas, la conjunción de estos tres hechos: (1)efecto llamada, (2)la reproducción por esporas de universidades privadas y (3) la formalización colegial de la profesión, iban a dar la bienvenida a un peculiar estilo de hacer las cosas, que saludaría la entrada del siglo XXI. La fisioterapia abandonaba su condición de profesión rápida, comenzaba a especializarse y crecer. La competitividad profesional aumentaba, los que venían querían su hueco, pero los huecos empezaban a estar casi todos ocupados. Muchos consiguieron buenos puestos y condiciones también, aún todavía existían y los cazaban al vuelo. Sus predecesores vieron la oportunidad...competitividad se podía traducir en necesidad de diferenciación, si lo combinamos con la capacidad que tenía la profesión para abarcar campos de trabajo...¡voila! El negocio de la formación posgrado acababa de comenzar: fisios de neuro, fisios de infantil, terapia manual, fisios de respi....Todos ellos necesitarían de voces expertas que les contaran cómo hacerlo. El mundo de oportunidades crecía y crecía, pero de un modo muy loco, hasta que en 2005 la burbuja de la fisioterapia estalló por primera vez. Los fisios de esta hornada, pueden quizá considerarse los últimos entre los afortunados, pues un horizonte más complicado se abría delante de sus sucesores. Un horizonte al que muchos llamaron...Francia.

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