lunes, 20 de abril de 2015

Fisioterapia: Nada demostrado

Quizá el título sea demasiado tajante, pero la rotundidad a veces es necesaria, sobretodo cuando se trata de algo tan desilusionante. Una de las primeras cosas que debe (o debería) saber todo aquel que quiere estudiar fisioterapia, que se ha graduado ya, o casi cualquier paciente que, esperanzado, acude en busca de una solución para sus dolencias, es que en fisioterapia, está todo por demostrar. Y lo que es peor todavía, a penas hay explicaciones verdaderamente demostradas sobre el cómo suceden las cosas. Esto no lo digo yo, lo dice por ejemplo la Unidad de Investigación de la universidad de Zaragoza. ''La fisioterapia como ciencia está sufriendo una evolución poco equilibrada. Es decir, su evolución de conocimiento empírico es enorme, pero su comprobación científica es mucho menor. En España, la tendencia actual es de escisión metodológica, pero sin comprobación científica.''  Así que si creías que la fisioterapia era más científica que la propia ciencia en sí, te acabas de llevar la primera en la frente.







Explicándolo un poco más claro: que la mayoría de los tratamientos o técnicas de fisioterapia no estén demostrados no significa que no funcionen. Si durante la carrera tuviste un profesor/a honesto/a te habrá contado esta realidad y si eres un paciente te estarás enterando ahora. Lo que funciona, funciona, se sepa o no se sepa porqué, o cómo funciona. Un ejemplo simple sucede con la masoterapia (o masaje, para el vulgo), es una técnica de beneficios infinitos y sensitivamente muy apreciables: el masaje es relajante, mejora la circulación, estimula los propioceptores, libera endorfinas, relaja la musculatura, etc. Sin embargo, aunque parezca tan evidente, NO HAY PRACTICAMENTE NADA DEMOSTRADO. De modo que si algún fisio te dice que el masaje hace todo eso...o lo está dando por hecho, o no tiene ni idea, o se introduce en la gran bola social del conformismo. Si además hacemos caso de lo que dicen en la Universidad de Zaragoza....¡Estamos perdidos!





Y como borregos repetiremos todas y cada una de las premisas con las que el extraño dios de la fisioterapia nos ha dotado. En los campos más importantes esta ciencia no avanza, por falta de recursos o interés, pero más bien, por la comodidad del propio fisio de no cuestionarse las cosas y comportarse como el rey de los protocolos encorsetados. El problema surge cuando algún paciente listillo o sabelotodo quiere saber para qué y como actúa un ultrasonido, porqué tiene que hacer ese ejercicio que le has mandado o cuantos milisegundos tiene que mantener el estiramiento del músculo ancóneo. Entonces el fisio, en la mayoría de las ocasiones, no sabrá bien que contestarle, o recurrirá a una respuesta vacía y poco fiable con mucho vocabulario técnico, con la que su paciente quedará satisfecho y no podrá responder. En este asunto, lo más de lo más son los aparatos de electroterapia, esa especie de vacío existencial para el común de los fisioterapeutas y tan ''efectivos'' para los pacientes, que creen curarse a través del mágico poder de la electricidad. ¡Y a veces se curan!



Y así seguimos.

Y así seguiremos.

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