martes, 5 de diciembre de 2017

El fisio del rey

Cuando estudiábamos la carrera especulábamos a veces con nuestras posibilidades de futuro. Un tema que nos obsesionaba, o que era muy mencionado, era el de poder ser el fisioterapeuta de algún deportista de élite. Por alguna extraña razón, nos emociona el hecho de poder tener contacto con alguna entidad famosa, sea por la causa que fuere. Es como ser elegido para poder tratar a fulanito de tal, campeón del mundo de nosequé, nos fuese a dar más prestigio profesional o nos fuera a convertir en mejores fisioterapeutas. De esta guisa suceden casos espeluznantes como el del misterio acerca del verdadero fisioterapeuta de Chema Martínez, los quincemil fisioterapeutas que dicen haberlo sido del Atlético de Madrid o del Barça (tema a estudiar próximamente) u otros terribles casos de fisios que se creen superiores, por el hecho de haber podido tratar a no se que actor, una vez en su vida. Es más, lo habitual y sorprendente es que el fisioterapeuta de marras que cae en las manos de algún famosete, no sea en realidad ninguna joya de la terapéutica, sino alguien más del montón infinito de fisios acríticos. Tal es el caso, por ejemplo, del histórico fisioterapeuta de Rafa Nadal, amiguete suyo de toda la vida del señor.

En la cúspide por tanto, de la élite, de lo mas de lo más en cuanto al tratamiento de personalidades en relación con la calidad fisioterapeutica estaría el rey. O el papa. O Dios. Pero dejémoslo en el rey. El rey entendido como la figura máxima de poder, pese a Amancio Ortega o Florentino Pérez. El rey de un país, en este caso España, sería como la máxima autoridad posible a tratar por parte de un fisioterapeuta. ¿Quién sería el fisioterapeuta del rey? ¿Quién sería el elegido por los dioses para sobar las reales posaderas de su celebérrima majestad? ¿Habría que tener alguna especie de don divino de la humanidad para poder hacerle el pinzado rodado al excelentísimo jefe del estado? Quizá fuesen necesarias unas manos divinas como Pilat, capaces de reconocer fascias y nanofascias, algo que el resto de los mortales sería incapaz, para poder ser candidato a la excelencia de este puesto. Sin saber que requisitos serían los indispensables para poder entrar en palacio, especulábamos durante horas sobre la posibilidad de ser cualquiera de nosotros. Y eso que nos sentíamos más republicanos que la Pasionaria, maldita sea.

Por aquellos tiempos el rey no era otro que el de siempre, Juan Carlos I de Borbón y Borbón, para mayor corrupción genética. Sangre azul, ojo. El rey campechano, como siempre le decían. Resuelto, graciosete, bribón, mujeriego como se le sabía y con unos movimientos más robóticos que la madre que le parió, la misma que dicen que era la primera en verle las criadillas a los toros en la plaza. Acostumbraba su majestad a dotarse de buenas ostias contra el suelo, ya fuera terreno escalonado o liso, a él le daba igual, lo importante era aterrizar y pegársela, quizá una suerte de tradición real de sus antepasados.


Con semejante historial, su gusto por el esquí y la caza de elefantes, sumado a más de once pasos por quirófano, el rey tendría que tener por narices, entre su séquito, a un fisioterapeuta. Pues resulta que no. El equipo médico de la casa real no contempla esta figura, que sepamos. Tampoco contempla la posibilidad de que el rey, a pesar de ser el máximo representante de todos los españoles, acuda al sistema público a realizarse las intervenciones necesarias. ¡No pardiez! ¡Plebeyos! ¿Qué os pensáis? Será campechano, pero multimillonario y como tal, vive rodeado de la esfera hipócrita del poder del dinero y está acostumbrado a tener soluciones a golpe de talonario (de dinero público o de negocios árabes). Juan Carlos, cuando tiene algún problema, acude sin dudar a los diferentes médicos privados que le aconseja su entorno, habitualmente famosetes de prestigio o no, a los que acude y en los que confía ciegamente. Da igual que se les infecte la prótesis real, como le sucedió al doctor Villamor y tuvo que ser corregido por el doctor Cabanela, estos médicos famosos siempre lo serán pase lo que pase y serán considerados más prestigiosos que los cientos que ponen prótesis tras prótesis, día tras día, en los hospitales públicos. Un poco como Calatrava, que se le caen los edificios, pero sin ver manchado su prestigio en el fondo.

Viendo esta foto, ¿no os dan ganas de recomendarle un fisio?

Después de aquellos años universitarios, un amigo encontró trabajo en Madrid, en la clínica de un supuesto médico, sita cerca de la avenida de América. En la entrada de la clínica, había un busto del rey. Hasta aquí todo normal. ¿Quién no tiene una efigie del monarca en su recibidor? Este amigo, era un poco empanado en aquellos tiempos, pero ante nuestras constantes preguntas sobre su trabajo, no daba respuestas muy claras. ¿Le estarían pinchando el teléfono? ¿Por qué decimos eso de supuesto médico? Bien, este señor, decía ser médico pero practicaba algo parecido a la quiropraxia. Según parece, los pacientes venían a su clínica y el, tras valorarles y hablarles, le situaba en una camilla y...raca raca, clacka...200 mangos. O una locura, no sé cuanto, pero pedía mucho. La gente se iba encantada, pero nuestro amigo, que era como su becario, a penas tenía oportunidad de tocarles y aprender. Es más, no aprendió nada, porque cuando le pedíamos que nos explicara lo que hacía su jefe, decía...

Pone así como las manos sobre las vértebras y luego no sé, hace como una presión muy fuerte.  Y luego hace otra cosa, no sé. No sé.

Poco más o menos. En ese tiempo no aprendimos nada sobre la técnica. Tampoco sobre el supuesto médico. En teoría él estaba allí gracias a que su padre le conocía a través de algún contacto. Ni si quiera su nombre supimos. Pero si aprendimos que al rey, entre ellos los millonarios, le llaman "el señor" o "señor". Porque al parecer, el rey por entonces era paciente de esta clínica. En teoría acudía cuando no había nadie por allí, a soliviantar sus dolencias. O era el médico éste el que iba a Zarzuela (suponemos) a tratar al señor. Vamos, que en realidad, de fisio poco.


Tiempo después y gracias a Corinna y a los elefantes de Botswana, supimos que el rey necesitaba de otra operación. También supimos que se la quería tomar muy en serio, pues si algo tenía claro su majestad, era que no quería acabar convaleciente como su madre, le tenía pánico a las sillas de ruedas. De modo que se puso manos a la obra y gracias a una noticia supimos quién era por fin el fisioterapeuta del rey. O puede que tampoco. El titular en compañía de la foto no podía ser más desafortunado. ¡UN MÉDICO REHABILITADOR! Nooooooooooooooooooooooooooooo. ¡El horror! ¡Socorro!

Fernando Serrano es el jefe de rehabilitación del hospital beata Maria Ana es quién ha controlado y supervisado toda la recuperación del monarca. ¿Quién si no? ¿Un fisio? ¿Os habéis fumado algo? Si no tienen ni idea. Jajajaj....en fin. Lo gracioso del asunto es la confusión terminológica. Nadie sigue sin saber bien qué es un médico rehabilitador, hasta el punto de que le llaman fisioterapeuta. Esto resulta dañino para ambas profesiones, pues ni el fisioterapeuta es una figura tan alejada de su realidad, ni el médico puede pretender hacer el trabajo de un fisio, como al parecer hace, según se extrae de la entrevista. En esta otra noticia es más gracioso todavía, pues rotulan la foto y titulan sus palabras como dichas por un fisioterapeuta. ¡El fisioterapeuta Fernando Serrano! Pero si es médico rehab...tu calla, que ni sabemos para que sirve eso.

El fisioterapeuta en realidad se llama Alejandro Huerta, un chico joven que trabaja (según dicen) en el hospital de Alcorcón y que (según hemos investigado) debe tener también su propia clínica. Lo gracioso del asunto es que el artículo, que se dedica a endiosar al falso fisioterapeuta/simédicorehabilitador, contándote hasta donde pasó sus años mozos, apenas dedica pocas líneas al verdadero artífice de la mejoría del rey: EL FUCKING FISIO! Nuevamente ninguneada la profesión, prefieren ensalzar la figura innecesaria del médico para este caso, cuando lo ideal y realmente útil hubiera sido un diálogo directo traumatólogo-fisio, como en todos los casos. La batalla de siempre vaya, que también tuvo que librar el verdadero fisio del rey, Alejandro Huerta, que echó más horas allí que la carracuca, pues al parecer iba a Zarzuela mañana y tarde en sesiones de dos horas cada una.



Bueno, pues sí. El rey si que tiene fisioterapeuta, o ha tenido, como veis. Por fin pudimos dar respuesta a la pregunta que nos hacíamos tantos años. Como veis, tampoco nada del otro jueves supermegaexperto de mil posgrados. Es más, un chico joven y sin mucha experiencia. Gracias a él hemos podido comprobar que no es necesario la megaformación del recongofluchu para acceder a una gran personalidad. Sólo contactos, estar en el momento adecuado en el sitio adecuado, como todo en la vida y en este país. También hemos podido comprobar el arduo trabajo que le queda a la fisioterapia por realizar para seguir ignorando la innecesaria figura del médico rehabilitador, JuanCar lo hubiera conseguido igual con o sin él. Y también hemos podido disfrutar de grandes momentos de este médico como:

"Si le hubiera obligado de inmediato a caminar 50 o 100 metros, le hubiera destrozado y no habría salido de esa dinámica."

"El plan de tratamiento donde se fusionaran técnicas de rehabilitación ortodoxas con teoría del entrenamiento" (A lo mejor los de INEF están aquí reclamando algo)

"Necesariamente tenía que invitar a su organismo a que encontrase un esquema que fuese respetuoso con todo eso"

"Con pacientes de su edad, siempre les digo que tienen contadas las zancadas que le quedan en su vida, o sea que procuren darlas todas con tino."


Gran estrategia esta última, la de recordarle la muerte al paciente, muy útil para su estado de ánimo. Es la que usan a diario los fisios que trabajan en geriatría.



En resumen, la fisioterapia sigue siendo una cuestión de segundo o tercer órden, también para la realeza. El médico rehabilitador será siempre el puto amo, gracias a no hacer nada y colgarse buenas medallas. Los periodistas seguirán entrevistando a quienes no deben, pues nadie les explicará la diferencia entre ambas figuras. Y vosotros, plebeyos, seguiréis sin poder sobar la espalda de su majestad, pues ya tiene quien lo haga con grandes garantías. Ahora sólo nos queda preguntarnos, ¿quién será el fisio del actual rey Felipe VI? ¿Y el de Letizia? Quizá de momento sólo miren a la fisioterapia de refilón, cómo algo ajeno que de momento no necesitan, pero deberían hacerse con los servicios de alguno, eso de esquiar tanto en Baqueira Beret, puede tener sus consecuencias.

6 comentarios:

  1. Espléndida entrada. Me repatean los Fisios que se arrastran por una foto con deportistas o famosetes. Reconozco que tengo un problema personal con eso, pero es que me estomaga...

    Por otro lado, si el Dr. Serrano prestaba al Rey tanta atención como a sus pacientes de La BEATA, no me extraña que quedara cojo... Y créeme que sé muy bien de qué hablo.

    Saludos, compañer@s. Y Feliz Navidad

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  2. ¡Gracias por leernos¡ ¡Feliz Navidad a ti también!

    PD: Ya nos contarás las atenciones del Dr.Serrano.

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  3. Es una pena no haberlo leído en su momento...
    Aclarar un par de cositas, que parecen “escocerte”.
    Alejandro Huerta no fue un enchufado, es un currante de tomo y lomo.
    Cuando yo le conocí (bastante antes que el emérito) trabajaba en un centro de día, ya tenía dos masters o postgrados o como lo quieras llamar, uno en deportiva y otro en geriatría (que incluía la recuperación de lesiones provocadas por ictus y que es lo que nos lleva a contactar con él a través de un amigo común...) Además del centro de día, hacia visitas a domicilio a la hora que fuera...
    Del centro de día pasa al hospital de Alcorcón, entre medias ya ha hecho otro “posgrado” con la ONCE , no sé si sobre tratamientos “alternativos, porque una de las técnicas que aprende es acupuntura...
    No sé qué médico le reclama para atender al emérito, no lo recuerdo, pero si recuerdo que flipó.
    La clínica la monta bastante despúes, en un local de alquiler, con un préstamo bancario, mobiliario y maquinaria de segunda mano y mucha ilusión...
    A Zarzuela iba cuatro horas mañana y tarde, no dos, y seguía haciendo visitas domiciliarias: sus pacientes son sus pacientes se ponga quién se ponga por delante.
    No es un cantamañanas, sabe lo que hace, y sólo lo hace si sabe que puede servir de algo, si no ve solución, no te va a tratar ...¿se puede decir lo mismo de cualquier físio?
    Si a eso le sumas el cariño con que trata a todo el mundo, en especial personas mayores, y como sabe llevarlos para que hagan lo que deben...NO, AlLEJANDRO HUERTA, no es uno cualquiera!

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  4. Por cierto....¿te has planteado que quizá hay quien prefiere quedarse en segundo plano, pasar de las declaraciones y los que se ponen medallas y simplemente dedicarse a su trabajo, que es su pasión?
    No, claro, por un lado criticamos al de la foto con el deportista y por otro al que no se la hace con el rey...Ay!!!

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    1. Si te acercas algún día a su consulta , verás en su despacho todos los títulos, mira las fechas...Y quizá, un poco en segundo plano, uña foto dedicada, con el emérito...
      Algunos brillan por su profesionalidad...Y tu, .¿qué problema tienes?

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    2. Mira que hace tiempo nos dijimos de no contestar más a quien no comprende lo que lee. Ni envidia, ni escozores contra Alejandro Huerta, es más se ensalza su figura frente a la del rehabilitador. Llegó a ser fisio del rey porque fue enchufado para ello por el médico, no hay ninguna mentira en ello. Pero oye, tú a lo tuyo.

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