martes, 16 de enero de 2018

Cuando la ATM dominaba el mundo

"Una articulación para gobernarlos a todos. Una articulación para encontrarlos, una articulación para atraerlos a todos y atarlos a las tinieblas." - J.R.R. Fision

La historia de hoy nos remonta a un remoto territorio en un pasado oscuro, más propio de leyendas forjadas al calor de una hoguera. Hace mucho tiempo, en una galaxia muy cercana, existía una carrera llamada fisioterapia. En ella, sus estudiantes se afanaban por comprender las posibilidades de la propia carrera en sí misma, mientras estudiaban la ciencia y arte del tratamiento del ser humano mediante agentes físicos. Los maestros que instruían a los futuros fisioterapeutas en sus nobles "ciencias y artes" relataban desde su propia sapiencia los conocimientos sobre la anatomía, la fisiología y la biomecánica de la locomoción humana, mientras salpicaban con distintos tratamientos los procedimientos patológicos y lo ponían todo perdido. Sin embargo, mientras esto sucedía y todas las articulaciones del cuerpo eran explicadas con asombroso rigor, había una que permanecía en una especie de letargo, dormida en un sueño profundo, escondida en un lugar recóndito de su sinovia, esperando su momento de gloria. Ese momento iba a llegar, la especie fisioterapéutica le tenía reservada un lugar en el Olimpo, pues ella era la encargada de conquistar el mundo.

Sucedió en torno al año 2005 después de Kabat. Un grupo de espeleólogos fisioterapéuticos rescató de su tumba a esta casi olvidada articulación, que yacía sumida en la aburrida monotonía del masticar chicles. Rodeada por un sin fin de nombres molones - pterigoideo, digástrico, milohioideo, esfenomendibular- aquello debía ser de una importancia suma, pues se alejaba de los clásicos dolor hombro y espalda, que tantas horas de masaje quitaban a sus tratadores. Desde luego que estábamos ante una esfera de poder única, cada uno de esos músculos y ligamentos que rodeaban al complejo articular estaba cargado de un misticismo y un enrarecimiento únicos, aquel fisioterapeuta capaz de comprender sus designios y de intentar descifrarlos a otros sería considerado por siempre un gurú dentro del género, una suerte de mesías de esos que sólo ellos comprenden ciertas cosas, como si fueran muy complejas. Una articulación olvidada por los siglos de los siglos, que aunque su principal función era la de comer, podía desentrañar un nuevo núcleo de patologías inimaginables y que además, venía acompañada también de nuevos movimientos nunca antes expresados por ningún ser humano, como proyección, depresión, diducción...¡DIDUCCIÓN!¡Por favor! ¿Puede acaso sonar mejor?

Con semejante arsenal de novedades bajo el brazo, aquellos elegidos ordenaron el conocimiento que habían adquirido y se lanzaron a la carrera estratosférica de la formación de alumnos, aquella que por entonces acababa de eclosionar, ofreciendo cursos a mansalva a tantos y tantos fisioterapeutas que sucumbieron como primos. Además, tenían la escusa perfecta, porque esta articulación no se había enseñado jamás en la carrera, de modo que podían hablar específicamente sobre ella durante horas y horas y horas...Sólo faltaba un nombre comercial, si su nombre real era articulación temporo-mandibular, ellos la venderían como...¡ATM! Tres siglas, rápidas, concisas, impactantes, letales. Era imposible no sucumbir a su embrujo. No había cursos específicos de tobillo, ni de la tercera interfalángica proximal, aquello no seducía ni a una mosca. Sin embargo, la formación en ATM, como paradigma del verdadero y único cambio posible para que el fisioterapeuta dejara de ser masajista, era posible. ¿Tú eres fisio? No, yo soy especialista en ATM.



La ATM contaba además con otros factores a su favor. Era una articulación para atraparlos a todos. Pero a todos toditos todos. Los médicos estaban apasionados con su cirugía, los dentistas necesitaban conocerla para mejorar la oclusión de sus pacientes, los logopedas podían trabajar el habla a través de ella, los INEFpeutas ya se inventarían algo para decir que ellos eran los readaptadores neuromusculares de la misma. Y así sucesivamente...Semejante aval sanitario y académico para una sola articulación sólo podía significar que en ella se encontraba el verdadero Arjé aristotélico. La quintaesencia de la vida estaba en la articulación temporo-mandibular (última vez que lo escribo así) Además, su tratamiento, al contar con ciertos momentos intrabucales, requería el uso de guantes. Pero de guantes de verdad, con motivo. No de esto que te los pones para masajear una rodilla y creerte superior, o porque te da asco tocar pacientes, pero no lo confiesas. Esto era muy importante, pues entre el lenguaje muscular tan complicado que conllevaba un aprendizaje extra y el empleo de la protección de látex para manos, conseguía acercar nuevamente a la figura del fisioterapeuta a la del médico. Los fisios expertos en ATM ya podían llevar bata.

Y el virus se propagó como el ébola. De pronto, en cuestión de poco tiempo la formación se extendió por doquier. Si no ponías en tu clínica un cartel diciendo que tratabas la ATM, no eras nadie. NADIE. Porque la ATM tenía además un poder intrínseco. Sus más expertos oradores empezaron a asegurar que la ATM era origen y final de problemas como:

- Taponamiento en el oído
- Dolor retroocular
- Acúfenos, mareos, vértigos
- Hormigueo en la cara
- ¡Fatiga!
- Depresión...
- Impotencia
- Mala alineación de todo el cuerpo humano
- ¿Escoliosis?
- Astigmatismo
- Candidiasis
- Hepatofilia...



Y así sucesivamente. La lista de trastornos causados por y solucionables a través del tratamiento de la ATM era tan larga, tan compleja, tan esquisita, que nuevamente situaba a esta articulación en el trono de lo terapéutico. Una articulación para tratarlos a todos. Dorsalgia-> ATM. Pie de atleta -> ATM Varicela -> Eso seguro que es ATM. El hígado encontraba un nuevo rival como origen de las disfunciones humanas. Treinta siglos de historia humana y la ATM ahí callada, como una perra, pudiendo solucionar la guerra de Irak o el cambio climático. Joder que ciegos hemos estado todo este tiempo.

Fueron esta articulación y su tratamiento el epicentro terapeútico de entonces, pero como cualquier boom o moda de fisioterapia, ésta también se pinchó y creemos que lo hizo antes de lo esperado. Un día, de pronto, la ATM dejó de molar. Su reinado fue potente pero efímero. La mayoría de los fisios que se habían formado en ella la descartaron como tratamiento principal, ya no sentían la necesidad de justificar el dinero que se habían gastado en el curso y dejaron de tratar los esguinces de tobillo de sus pacientes a través de la mandíbula, para mayor estupefacción de estos. Un nuevo horizonte de tipo fascial comenzaba a despuntar y bien es sabido que el fisio es ese animal que se arrima al sol que más calienta. Así que, conservada ya sólo por unos pocos, que se alzaron como sus verdaderos expertos, la ATM, con sus guantes y con sus babas, volvió al extraño silencio del que un día fue despertada.



¿Volverán las oscuras golondrinas? No lo sabemos, pero desde esta página hacemos una tímida apuesta hacia la vértebra atlas como nuevo principio vertebrador (valga la redundancia) de la terapéutica. Ya existen fisioterapeutas expertos y cursos de posgrado orientados a este único hueso. Así que estimado paciente, revise su atlas, no vaya a ser que tenga de nuevo un esguince de tobillo.

3 comentarios:

  1. Jajaja, estupenda entrada, una entrada con mucho humor.

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  2. Buenísima entrada!!!! Muy graciosa y Real .

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  3. Como siempre un acierto. Y además sacando sonrisas y algunas risas!
    Gracias.

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