lunes, 1 de enero de 2018

Reflexión de profesión

Vamos a empezar el año 2018 con optimismo. El final del anterior no pudo estar más cargado de buenas razones que invitan a pensar que algo se está moviendo en los adentros de la fisioterapia. Conviene decir que esta fantasía, de momento no deja de ser eso, una fantasía soñada por muchos, que todavía son pocos puesto que (y nos hartaremos de repetirlo hasta el hastío) el gran grueso de fisioterapeutas presentes y futuros a los que debería alcanzar, a penas recibirá un pequeño roce de todo cuanto salpica en redes sociales. La toma de la Bastilla aún debe esperar, no somos tan optimistas si caemos en la cuenta de que una buena remuneración salarial para estos profesionales de la salud es algo que quizá no veamos en nuestra vida. El tema sueldos pasa por enfrentarse de una vez a un país que nos considera las hermanas de la caridad de la sanidad (Ana Gacimartín dixit) y nos INSULTA constantemente con remuneraciones que por poco sobrepasan los 1000€ al mes en el mejor de los casos. ¿Para eso hemos estudiado?

Pero hemos dicho que íbamos a ser optimistas. En los últimos tiempos una duda nos corroe. Tras hacer acopio de diversas opiniones de profesionales, entendidos o no, pero sí juiciosos a la hora de razonar lo que le pasa a esta profesión, hemos querido sacar a la luz un pensamiento que quizá arroje algo de luz a lo que nos sucede a la hora comprendernos mejor como profesión. Es bien sabido que el fisioterapeuta es a día de hoy una especie de profesional que vaga entre dos aguas, la de sus propios orígenes, como "ayudantes de fisioterapia" o antiguos ATS que se "especializaban" en fisioterapeutas y, por otra parte, la de un nuevo profesional con entidad propia, capacidad propia para la toma de decisiones en materia de salud y de trabajar sobre la misma al más alto nivel. Esto último lo reclaman los colegios profesionales con relativo éxito, consiguiendo de tanto en cuando pequeños avances en materia de esa ansiada autonomía que nunca llega, mientras se trata de luchar contra otras profesiones que intentan adueñarse de parcelas sanitarias que no les corresponden. Y aquí si que hay que reconocer una buena (por lo general) labor colegial y no tanto de los propios fisioterapeutas, que están a verlas venir. La fisioterapia se sigue conquistando día a día.

Sin embargo, esta situación de indefinición es mucho más profunda de lo que parece. Muchos fisioterapeutas siguen sintiendo que son actores secundarios en la salud, que están supeditados a la órden de la inútil figura del médico rehabilitador en cuestión y que son meros aplicadores de tratamientos, cumplidores de pautas en un escalafón que le viene derivado de la propia enfermería, que como ciencia tiene las alas cortadas por mucho, gracias también a la coyuntura de un sistema sanitario que no es circular y permeable, sino piramidal. A pesar de que muchas entidades privadas (y alguna pública) traten de trabajar de manera multidisciplinar, esto no deja de ser un falso mito pues para su verdadera consecución, los médicos deberían asumir la complicada situación de descender un peldaño e igualarse a aquellos a los que, tradicionalmente y toda la vida, han dado órdenes. En casi cualquier equipo multidisciplinar, la voz del médico es la autoridad PARA TODO. Cuando decimos todo es todo. No queremos decir con esto que el médico no deba ser máxima autoridad en materia sanitaria, pero en el trabajo grupal hay muchos aspectos de otras disciplinas sanitarias se le escapan. ¡Y por mucho! Los médicos no son dioses aunque les tengamos endiosados entre todos y les llamemos de usted a algunos (sobre todo si son hombres y viejos).


El verdadero trabajo multidisciplinar se daría mejor ante una superación de estas barreras ficticias que existen entre los profesionales. Humanizar la figura del médico, aproximarle al planeta tierra, contribuiría mucho a ello, pero también lo haría el hecho de que el resto de sanitarios y legos, fuesen mejor considerados, asumiesen cual es su papel en el asunto y se aplicasen en consecuencia. De nada ayuda, por ejemplo, que haya fisioterapeutas empeñándose en hacer de médicos, dietistas, farmacéuticos, matronas... hablando de fisiología del hígado, de curaciones a través del chi o de campos magnéticos que reparan los transtornos del sueño, como si su campo de conocimientos fuera éste y como si no fuera una mentira de las gordas lo que nos cuentan. Menos frustración y más trabajo. Y sobre todo humildad, humildad, humildad y humildad. Kilos de humildad hacen falta aquí.

Volviendo al paradigma actual del fisioterapeuta, decíamos que nos encontramos a un profesional con la entidad suficiente como para valorar, dignosticar y tratar lesiones del sistema musculoesquelético, mediante el empleo (por definición) de agentes físicos de todo tipo y a través de la propia terapia física, que como experto en la materia pueda plantear. Bien. Digamos que el campo de actuación y conocimientos se encuentra acotado (o parcialmente acotado) hacia una parcela, la musculoesquelética, bien definida. Muchos pensamos que traspasar algunas fronteras puede ser peligroso, sobre todo si no se hace con la entidad suficiente. Y he aquí el quid de la cuestión. Tenemos fisios haciendo rehabilitación cardiaca en compañía de cardiólogos y rehabilitadores serios, trabajando por su inclusión en un distinto campo competencial. Otros realizan fisioterapia respiratoria en las UCIS de los hospitales. Otros tratan de ejercer alguna influencia sobre el sistema neurológico. Y así un largo etcétera de especializaciones. Nos estamos especializando sí, como los médicos...

Por otra parte, tenemos fisioterapeutas que aseguran posicionar intestinos y recuperar el reflujo, tratar hombros a través del hígado, hacer tratamientos psicológicos a través de la fascia, recomendar dietas que mejoran los dolores ¿?, movilizar no se qué esferas craneales para mejorar la modulación del rasgado posterior...Y así un largo sinfín de gilipolleces sin sentido, sin ética, sin rigor, sin ciencia y con la evidencia de su nula plausibilidad biológica en el mejor de los casos. Gente que cree en la magia y en el misterio, y que lo adorna todo con buenas palabras curativas, en lugar de ser sinceros consigo mismos y con sus pacientes/clientes. TENEMOS MUY CLARO QUE ESTA GENTE NO NOS REPRESENTA y que son rémoras a las cuales tenemos que ayudar a reconducir profesionalmente entre todos, pues siguen siendo fisioterapeutas, o eliminar en el peor de los casos. Sí. Porque si queremos que nos tomen en serio de una vez y se pretendemos aspirar a más, tenemos que ELIMINAR estos subproductos que hemos creado y que ahora lo contaminan todo por todas partes, creando confusión en el paciente y en el profesional. La ciencia es lo que ha hecho avanzar al mundo y la fisioterapia es ciencia, de otra manera, JAMÁS AVANZAREMOS.

Soslayando entonces estos casos parasitarios para cualquier disciplina de la salud, lo que queda es una paradoja. ¿Qué paradoja? Si la tendencia académica de la fisioterapia está paulatinamente siendo reconducida hacia el cauce del que nunca debió salir, el del método de intervención en fisioterapia, que no es otra cosa que la aplicación del método científico, entonces toda esa formación en arsenal de técnicas pasará a ser complementaria, pero no principal. La gente que tiene establecido el negocio de la formación, no tiene otra opción que renovarse o morir. Renovar la formación. Pero...¿formación en qué? La respuesta la dio el fisioterapeuta Rafael Torres en una pregunta que se le hizo en cierto congreso y que lleva tiempo defendiendo. El fisioterapeuta necesita más formación de base. DE BASE. Es decir. Anatomía, fisiología, patología, histología....CIENCIA MÉDICA en pocas palabras.


No podemos estar más de acuerdo con las palabras de Rafael Torres. Sabe de lo que habla. Habla de que si somos (o pretendemos ser) profesionales de la salud, con capacidad diagnóstica y prescriptora, no podemos tener una base de conocimientos de la salud que esté a medio camino de ser completa. El fisioterapeuta no estudia la misma cantidad de patología que un médico. Ni la misma anatomía. Ni la misma fisiología. Ni los sistemas por profundidad. Ni nada a un nivel tan elevado. Eso le deja entre dos aguas, en un medio camino de nada, desde donde pretende comerse el mundo. Si aceptamos que queremos ser diagnosticadores y prescriptores, tendremos que aceptar también que esta carencia es brutal en nuestra formación. Ninguna facultad  universitaria puede extender la formación de grado más allá de la duración y créditos oficiales, de modo que estamos en un callejón sin salida. Queremos ser verdaderamente más de lo que somos sin poder serlo, para que nos tomen en serio. ¿Cómo lo hacemos?

Si el fisioterapeuta se ha convertido por derecho propio en diagnosticador y prescriptor y ha dejado atrás su papel de tratador y cumplidor, entonces el fisioterapeuta ha ascendido ese escalón. Esta paradoja se resumiría en que ahora pretendemos ser médicos sin serlo, o quizá es que estamos ocupando un espacio que ninguna especialidad médica cubre. Por otra parte, si los médicos se especializan hasta el punto de existir casi un especialista por sistema, ¿cómo pretende la fisioterapia ser algo más si no entendemos que quizá seamos esa especialización que no existe? El traumatólogo sí, pero no, queda a medio camino pues no realiza  tratamientos consistentes encirugías o pinchazos. El rehabilitador...en fin. ¿No hay un médico verdaderamente encargado de la salud del sistema locomotor humano? ¿O un especialista? ¿No es ese especialista el fisioterapeuta?

Sabemos que lo que planteamos es complejo. Hablamos de que no tiene sentido pretender equipararnos a un médico sin estudiar con el mismo volumen e intensidad de ellos. La formación actual del grado está bien para ser técnicos, tratadores y cumplidores de órdenes, pero es a todas luces insuficiente para valorar, diagnosticar, prescribir correctamente. Tampoco lo es para asuntos de investigación o de salud pública en general. Tenemos un modelo obsoleto que nos lleva a una diatriba: conformarnos y aceptar que no queremos (ni podemos) ser más o reclamar una formación más amplia en ciencias de la salud y específica en nuestro campo, que nos catapulte a lo que quizá seamos mañana. No terminamos de ver claro que lugar nos corresponde, seguro que los propios médicos lo tienen mucho más claro (ejem), pero lo único evidente es que viene mucha gente empujando por detrás.



En ese supuesto teórico que a día de hoy vemos inalcanzable, sobre todo porque la tendencia actual de los máximos organismos representativos de los fisioterapeutas pasa por abrir camino a las especialidades, en lugar de reflexionar sobre esto mismo que planteamos; encontraríamos la figura de un fisioterapeuta con 5-6 años de formación básica (similar a un médico) especializado posteriormente en aquellos sectores o aparatos donde más demanda pueda tener. Así veríamos fisioterapeutas neurológicos, respiratorios, locomotores, pediátricos...Bien. Todo esto que quizá veamos en un futuro, NO SE ENTIENDE SIN UNA BASE MAYOR DE CONOCIMIENTOS. Y diréis, bueno, quizá precisamente la podamos aportar en la especialización. Pero esto no es cierto. Y no lo es porque es conocimiento de base, el mismo que te ayuda a comprender mejor lo que es una Diabetes Mellitus, una EPOC, cómo actúa de verdad un analgésico o cómo se identifica bien una apendicitis. Se adquiere durante la carrera y a base de horas y horas de estudio y conocimiento. Las mismas que un médico. Porque es irrisorio que ahora estemos hablando de identificar red flags (aunque algunos no les guste llamarlo así) y de cosas que hay que saber identificar en una anamnesis/valoración/exploración si no tenemos una idea completa de la patología humana, su fisiología, etc...Porque también lo es trabajar con huesos rotos recién operados y no poder ordenar una radiografía. Por no hablar de lo estúpido que resulta decir que un hígado es disfuncional sin saber comprender si quiera una analítica.

¿Imagináis un mundo donde esto pueda ocurrir? No lo imaginéis tanto, ya hay algunos países donde el fisioterapeuta tiene una equiparación por lo menos más cercana al médico. Quizá en ese mundo, con un buen sueldo, una buena metodología y una buena consideración social, no tendríamos que estar mendigando fisioterapia clínica a clínica, ni demandando una remuneración digna por lo que hacemos, ni generando una confusión social abrazados a los paquetes promocionales de las pseudociencias, que serían verdaderamente minoritarias. Quizá tampoco seríamos monitores de hipopresivos, expertos en Pilates o pautadores de dietas. Los médicos no tendrían que escuchar la palabra disfunción para todo lo que les decimos, podríamos diagnosticar, pautar, derivar y que nos deriven. Y como colofón último, este blog on-line no tendría seguidores ni una razón para su existencia. Sería tan bonito.



¿Qué pensáis vosotros? ¿Se puede jugar a los médicos sin conocer lo mismo que los médicos? Para nosotros la respuesta está clara, pues si bien hay fisios responsables que se actualizan constantemente (dejándose una vida de pasta en el camino), también hay una buena mayoría que pierden el norte, inventándose visiones holísticas del individuo sin tener ni idea, ni respeto, ni pudor. Una no comprende como no se les cae la cara de vergüenza cuando hablan con algún médico y lo único que sale por su boca son estupideces anticientíficas y una sobrada demostración de ignorancia sobre la salud humana. No hay nada peor que jugar con la salud humana. No hay nada peor que estar entre dos aguas, sin identidad, sin rumbo, ni horizonte. El fisioterapeuta que cobra menos que el psicólogo o que el enfermero, o que el basurero de mi pueblo. Que tiene menos reconocimiento que estos y que se da ínfulas de médico...Ridículo. ¿Hablamos de especialidades o hablamos de lo que somos realmente? Porque si alguien tiene la respuesta a esta última pregunta, que por favor la diga de una vez: ¿Qué somos?


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